¿Cuántas cosas dábamos por hechas antes de la pandemia? En nuestro caso una de ellas era nuestra visita a Jesús Sacramentado.

Por Denisse Cueto

Cada viernes sin falta, Él nos reunía en torno a Su Altar, junto a los amigos que Él nos ha ido regalando desde que comenzamos este maravilloso viaje.

Tiempo después de que la Adoración Eucarística se convirtiera en uno de nuestros momentos vitales de la semana, Jesús me llamó a llevarle también las peticiones de todos aquellos que por alguna u otra razón no podían acudir a visitarlo.

Y así, con una simple publicación de Facebook, preguntando: “¿Cómo podemos orar por ti?”, comenzaron a llegarme peticiones de personas con las que hace mucho no tenía contacto o con quienes no tenía una relación tan cercana.

Y el Señor comenzó a abrir mis ojos y mi corazón. Por mucho tiempo sentí que tenía que hacer algo por los demás, pero hasta ese momento supe lo que era. Así que seguí publicando éste mensaje cada semana en mi muro de Facebook: “Deja aquí tus peticiones y agradecimientos”.

Y había semanas en que me escribían muchos mensajes, mientras que otras personas me contactaban en privado para hacerle llegar a Jesús y María sus intenciones, algunas muy fuertes o especiales.

De pronto llegó la pandemia y con ella el encierro. Tristemente tuvimos que dejar de hacer nuestras visitas al Señor. Fue algo que me causó mucho impacto, pero como siempre, Dios no deja de llamarnos a su encuentro.

Me preocupaba que mis hijos perdieran el “ritmo” de tener un momentito de oración especial con Jesús. Un día el Espíritu Santo (porque todas estas cosas, definitivamente no vienen de mi) me inspiró a transmitir a mis hijos rezando un decenario vía Facebook Live (me encantaría que fuera un Rosario entero, pero conocemos también nuestras limitaciones).

Lo estuve pensando mucho y estuve viendo todos los ángulos posibles, al grado que hasta llegué a pensar que era una pésima idea.

Agradezco que el Espíritu Santo me haya empujado a hacerlo, a poder decir: “aquí están, estos son mis 2 peces, porque ni a panes llego”.

Sentía “insuficiente” lo que tenía para ofrecer. Definitivamente ya no era una hora de Adoración frente al Santísimo y me pesaba mucho que fuera “tan poca cosa”… pero finalmente lo hicimos.

Comenzamos a transmitir en vivo, casi a diario y así comenzaron a llegar otra vez las peticiones y con ellas mi lección: Todos deseamos que oren por nosotros, los creyentes de todo el mundo necesitan saber que hay otros que rezan por ellos, por sus necesidades.

Jesús y María, a través de mis hijos, han sido para muchos un remanso de paz en medio de esta tormenta de la pandemia. Sé que ellos aún no dimensionan el impacto que causan en las personas que “se conectan” a orar. Pero creo que verlos así, tan transparentes, tan niños, tan ellos y ofreciendo esas diez Aves Marías por tantas necesidades, seguro conmueven a más de uno.

Para mí es una gran bendición poder ser instrumentos para hacer llegar el amor de Nuestro Señor y de Mamá María, aunque sea a través de un medio digital.

“Señor, aquí están mis dos peces para llevarte junto con mi familia al mundo. Los dejo a tus pies para que los multipliques y sacies el hambre de todos los que buscamos el Pan que da Vida en abundancia”.

Abre tu corazón a la oración y a las inspiraciones del Espíritu Santo. Tu familia y tú seguro tienen ya una misión y Dios los necesita.

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https://www.elarbolmenta.com/single-post/un-decenario-live-nuestros-dos-peces-para-llevar-a-dios-al-mundo

Publicado en la edición semanal impresa de El Observador del 22 de noviembre de 2020. No. 1324

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