La pastorela es un tipo de teatro navideño, derivado de los autos sacramentales.
Algunos historiadores consideran que el inicio formal de las pastorelas pudo tener lugar en Cuernavaca, con “La comedia de los Reyes”, mientras que otros hablan de una representación en Zapotlán, Jalisco, la cual tenía como anécdota una batalla entre el arcángel San Miguel y Lucifer. En 1530 se escenificó “La Natividad gozosa de nuestro Salvador”, y, probablemente en 1535, la “Adoración de los Reyes”, escrita por fray escrita por fray Andrés de Olmos.
Poco a poco, se comenzó a integrar a las pastorelas el peregrinar de José y la Virgen María, y las aventuras de los pastores que vencen las tentaciones.
Las primeras pastorelas, que entonces se conocieron como “coloquios de pastores”, fueron escritas por los frailes misioneros, y traducidas del castellano al náhuatl, que era el idioma en que se presentaban al público. Y por ser de intención evangelizadora, su contenido era claramente religioso. Pero, conforme estas obras llegaron a las plazas públicas y comenzaron a ser escritas también por autores laicos, adquirieron un carácter más popular, que reflejaba costumbres y formas de vida de las diversas clases sociales.
De cualquier modo el argumento básico sigue siendo el mismo: unos pastores intentan ir a la gruta Belén para adorar al Niño Dios; pero uno o varios demonios ponen toda clase de obstáculos en su camino para impedirlo.
Al final san Miguel u otro ángel derrota a Lucifer, los pastores llegan ante el Niño, le ofrecen regalos, lo arrullan y le cantan.
Hasta la fecha las pastorelas sobreviven en México, aunque no es raro que estén llenas de elementos modernos, insinuaciones políticas, ideologías, etc. La Universidad Autónoma de Nuevo León tiene bastantes años promoviendo esta forma tradicional de teatro gracias a que organiza el Certamen Nacional de Pastorela. El siguiente fragmento corresponde a “Un diablo de pacotilla”, obra ganadora en 2005, escrita por Octavio Campa Bonilla:
DIABLO:
Si no es una indiscreción…
¿Qué hacen en este paraje?
GILA:
Somos una procesión.
DIABLO:
¿Y para dónde es el viaje?
BRAS:
Vamos camino a Belén
a ver a Dios que ha nacido.
ANSELMO:
Un Niño que a hacer el bien
desde la Gloria ha venido.
DIABLO:
¿No es el hijo de María
y de José, el carpintero?
ANTÓN:
El mismo, sí, y a fe mía que es bello como un lucero.
DIABLO:
No quiero que mis palabras les provoquen desconcierto, ese Niño que esperaban ayer nació pero muerto.
TEODORA:
¡Ay! Apenas me sostengo.
PASTOR:
¿Cómo supo de su muerte?
DIABLO:
De allá mismo, ahorita vengo.
¡Acepten su mala suerte!
ANTÓN:
El Ángel dijo: “a María
y al Niño vayan a ver”.
DIABLO:
Es que el Ángel no sabía
que esto iba a suceder.
. . . . . . . . . . . . . . . . . .
MENGO:
Este amigo está en lo cierto. Nos tenemos que arrendar, si ese Niño ya está muerto. ¿Por qué hemos de caminar?
(Aparece el Ángel)
ÁNGEL:
Pastores: ¿Cómo es posible que os pueda engañar el mal? Id a Belén con la Virgen y su Niño en el portal.
DIABLO:
Se apareció este metiche cuando ya lo iba a lograr…
ÁNGEL:
¡Vete con todo y tiliches
o te voy a liquidar!
DIABLO:
Este pleito yo lo entablo y voy a comer pichón, como alma que lleva el Diablo me chuparé a ese angelón.
ÁNGEL:
Vete buscando padrino,
ya casi es hora del duelo,
¿cuál puede ser tu destino
si ya te echamos del cielo?
. . . . . . . . . . . . . . . . . .
DIABLO:
. . . Si el desquite me has de dar,
yo estoy seguro y confiado
que te habré de derrotar
en un sencillo volado.
ÁNGEL:
¿Apostar en un volado
el destino? ¡Miserable!
¡Eres un irresponsable!
DIABLO:
Y tú, un Ángel anticuado.
El cielo será testigo de que
Miguel es rajón, y también
estos amigos que vienen
con el Santón.
ERMITAÑO:
Ay, Ángel, no te me atores
y perdona ese vocablo;
si quieres, yo y los pastores
acabamos con el Diablo.
. . . . . . . . . . . . . . . . . .
MENGO:
¡Se me hace que el angelito nomás hasta aquí llegó!
GILA:
Cómo crees, si está bendito.
MUCHACHA:
¡Al Diablo se le rajó!
ÁNGEL:
Dios, no me dejes así
e ilumina mi razón, el volado
es para mí la única solución.
TEMA DE LA SEMANA: EL TEATRO MISIONERO EN LA PRIMERA HORA DE MÉXICO
Publicado en la edición semanal impresa de El Observador del 13 de diciembre de 2020. No. 1327