El último de los títulos que se le da a María Santísima en las Letanías Lauretanas es “Reina de la Paz”. ¿Pero desde cuándo y por qué se le relaciona a la Virgen María con la paz?

En el año 1085, Alfonso VI, rey de Castilla (España), reconquistó la ciudad de Toledo tomada por los moros (musulmanes), pero en el tratado de paz les cedió la Catedral de la ciudad para que la convirtieran en mezquita.

Los cristianos consideraron indigno que la iglesia metropolitana, donde el año 645 la Virgen María descendió del Cielo y conversó con el arzobispo san Ildefonso, se usara como centro de culto de los infieles. Así que intentaron recuperarla con las armas. El rey no estuvo dispuesto a quebrantar su palabra, pero los moros devolvieron la Catedral.

Grande fue el regocijo de los cristianos, viendo en aquella solución inesperada una intervención mariana. Desde entonces se venera la imagen de la Virgen de la Catedral como Nuestra Señora de la Paz. Y de Toledo se extendió su devoción a toda España y otras ciudades del mundo; entre ellas: Bruselas, París, Honolulu y Roma.

En El Salvador, la devoción se remonta a 1682, cuando unos mercaderes encontraron en la orilla del mar una caja abandonada, tan bien sellada que no lograron abrir; pero, al pasar con la caja frente al templo parroquial, sin esfuerzo pudieron dar apertura a la caja, encontrando dentro una imagen de la Virgen con el Niño.

Cuando esto ocurrió, había una lucha entre los habitantes de la región; pero, al correr la voz del hallazgo, todos depusieron las armas y cesaron las hostilidades. Igualmente, durante las luchas fratricidas de 1833, el bando triunfador, en vez de tomar represalias, como se esperaba, hizo colocar la bendita imagen en el atrio de la parroquia y a los pies de María se juró solemnemente no guardar rencores para que la paz y la reconciliación fueran posibles; y por ello denominaron la imagen como Nuestra Señora de la Paz.

En esta advocación las imágenes de la Virgen suelen representarla cargando al Niño con su brazo izquierdo, y sosteniendo Ella en su mano derecha una rama.

Fue el Papa Benedicto XV (1914-1922), a quien le tocó guiar a la Iglesia durante los difíciles tiempos de la Primera Guerra Mundial (1914-1918), quien favoreció la devoción a Nuestra Señora de la Paz, y determinó el 5 de mayo de 1917 que se incluyera en las Letanías Lauretanas la invocación “Reina de la Paz”.

Oración

“Venimos hasta ti para rogarte por la paz. La paz que el mundo busca sin encontrar. La paz que tu Hijo Jesucristo vino a traernos. Rogamos que intercedas por nosotros para que nos abramos a la paz que viene de Dios. Acudimos a ti para que esa paz que Jesús, Dios nuestro, nos ofrece, la recibamos, la conservemos y la llevemos al mundo. Nuestra Señora de la Paz, ruega por nosotros”.

TEMA DE LA SEMANA: MIENTRAS HAYA PAZ, HABRÁ ESPERANZA

Publicado en la edición semanal impresa de El Observador del 27 de diciembre de 2020. No. 1329

 

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