Por Jaime Septién

Las palabras tienen consecuencias. Los discursos de odio, tarde o temprano provocan odio. Las tentativas de división, a la larga dividen. Si esto se ve mal en un ciudadano de a pie, cuanto peor se ve en un funcionario público. Más aún, en un primer mandatario.

Lo que hemos visto en Estados Unidos nos debe poner en estado de alerta máxima. En nuestro país vienen las elecciones intermedias. Muchos actores políticos están reavivando el discurso que puede poner en llamas –aún más de lo que ya está– al “México bronco”. Quienes quieran llegar a ocupar los puestos de elección popular deben estar muy conscientes de ello.

Lo mismo los ciudadanos: debemos castigar con el voto, severamente, a quienes promuevan la división entre los mexicanos, sean del partido que sean. Ya no se vale votar por inercia, porque me lo dijeron por ahí, porque este me conviene, porque se ve mejor que el otro, porque… El voto es por el bien común. Y después del voto, viene la exigencia de que se cumpla lo prometido.

Este ejemplar lo dedicamos a Tata Vasco. Yo creo, sin temor ninguno a equivocarme, que “el modelo Vasco de Quiroga”, una combinación de amor por el indígena y métodos prácticos para elevar su nivel de vida, propiciar el trabajo en comunidad y realzar su creatividad, es el modelo del siglo XXI que requiere México. Las llamas generan humo a la distancia y de ellas, al paso del tiempo, quedan cenizas. Solo el amor construye una civilización. Como la que construyó, hace más de cuatro siglos en Michoacán Tata Vasco.

TEMA DE LA SEMANA: “EL CAMINO DE TATA VASCO: LA UTOPÍA POSIBLE PARA MÉXICO”

Publicado en la edición semanal impresa de El Observador del 17 de enero de 2021. No. 1332

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