Por Jaime Septién

No hay peor sordo que aquel que no quiere escuchar, reza el refrán popular. Y a fe nuestra que los líderes de esta tierra son sordos de remate. Este mes de abril celebramos el sesenta aniversario de una encíclica decisiva en el marco de la Guerra Fría que puso al mundo, en 1963, al borde de la Tercera Guerra Mundial: Pacem in Terris (La paz en la Tierra) de san Juan XXIII.

El conflicto en Cuba puso en jaque al mundo, cuando la Unión Soviética y Estados Unidos sacaron a relucir sus armas nucleares por la presencia de la URSS en las barbas del imperio norteamericano. Cuando la hecatombe parecía inminente, el “Papa bueno” propuso el cambio de paradigma: de las armas y el miedo a la solidaridad y la esperanza.

La encíclica comienza diciendo:: “La paz en la tierra, suprema aspiración de toda la humanidad a través de la historia, es indudable que no puede establecerse ni consolidarse si no se respeta fielmente el orden establecido por Dios.” Se habla de un “milagro”. La guerra se detuvo.

El Papa Francisco ha dicho repetidamente que estamos en la Tercera Guerra Mundial “en pedazos”. Un “pedazo” grande es el de Ucrania. De nuevo enfrenta a las potencias, con un nuevo protagonista: China. Han pasado seis décadas y los poderosos del planeta siguen sordos. Al Divino Redentor, Juan XXIII pedía que borrara de los hombres cuanto pudiera poner en peligro la paz y convirtiera a todos los hombres “en testigos de la verdad, de la justicia y del amor fraterno.” Seguimos pidiendo lo mismo.

 

Publicado en la edición semanal impresa de El Observador del 23 de abril de 2023 No. 1450

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