«Tú eres mi Hijo amado, en ti me complazco» (Mc 1,7-11)
10 de Enero de 2021
Por P. Antonio Escobedo c.m.
Con la fiesta de hoy termina el tiempo de navidad. Esta tarde, después de asistir a la Eucaristía, podemos retirar los símbolos del tiempo navideño. De esta manera nos prepararemos para dar paso a las semanas del tiempo Ordinario hasta que llegue el tiempo de Cuaresma.
El tiempo de Navidad termina con la escena que da inicio a la misión pública de Jesús: su bautismo en el Jordán. Es aquí donde recibe la confirmación oficial de su mesianismo. Del niño recién nacido que celebramos en Navidad pasamos al Profeta y Maestro que nos ha enviado Dios y que va a comenzar su misión. Puede parecer un tanto brusco este paso de la infancia de Jesús a su vida pública, sin embargo, con este salto cronológico, los evangelistas nos aclaran que no quieren narra cosas que puedan distraernos, ellos quieren sobre todo transmitir un evangelio, la buena noticia encarnada en Jesús.
El Bautismo de Jesús en el Jordán es un acontecimiento al que los cuatro evangelistas de mucha importancia. No es para menos, pues Jesús es manifestado como el Hijo, el Predilecto de Dios, que lleno del Espíritu está dispuesto a comenzar su misión. Visto desde esta perspectiva, el Bautismo se convierte en la investidura oficial de Jesús de Nazaret como el Mesías anunciado y, además, se indica cuál será la esencia de su misión.
Un aspecto teológicamente importante en el evangelio de hoy es la Teofanía Trinitaria que sucede al momento del bautismo. El Padre revela que Jesús es su Hijo amado y el Mesías enviado. De esta manera, con el bautismo de Jesús, el Padre hace escuchar su voz desde el cielo para que el mundo crea que su Palabra habita entre nosotros; además, el Padre envía al Espíritu para ungir a Jesús de manera que todos podamos reconocer que Él es el Mesías que fue enviado anunciar la salvación a los pobres.
Es probable que la Eucaristía de este domingo empiece con el rito de aspersión, que sustituye el acto penitencial. Es un gesto simbólico que nos invita recordar nuestro bautismo y, además, nos impulsa a pedir a Dios que renueve en nosotros la gracia que nos concedió en este sacramento. Creo que la intención principal que debemos tener en nuestro corazón durante este domingo es pedirle al Padre que podamos reconocer que también somos sus hijos amados y predilectos.
Con la fiesta de este domingo, necesitamos seguir desarrollando la gracia de nuestro bautismo y nuestra respuesta de fe. Es fundamental que recordemos que nuestro bautismo, tal como fue el bautismo de Jesús, es el comienzo de un camino y de una misión. Ser bautizados significa ser seguidores e imitadores de Cristo Jesús que va a ser continuamente nuestro guía para la vida. Así, podemos preguntarnos ¿reconocemos y sentimos que somos hijos amados de Dios Padre? ¿Tenemos clara cuál es nuestra misión como bautizados? Ojalá que podamos sentir un amor profundo por este sacramento.
Por cierto… ¿recuerdas la fecha en que fuiste bautizado? Será bueno buscarlo para celebrar cada año ese acontecimiento con la misma alegría con que celebramos nuestro cumpleaños.