El niño Naudin enfermó de meningitis diez días después de nacer, lo que lo dejó paralizado. “No podía moverme ni hablar”. A sus 7 años, en el verano de 1978 su madre lo llevó a Lourdes.
Ahí, frente a la gruta, la Virgen le dijo: “Te daré dos regalos”.
Naudin pensó: “Qué bien, Ella me dará dulces y pasteles. ¡Pero no era eso! Ella me dijo: ‘Vas a levantarte y caminar, y luego hablarás y darás testimonio de lo que hice por ti’”. Lo metieron a la piscina, y en el tren de regreso pudo hablar por primera vez.
En la siguiente peregrinación su condición mejoró, y cada vez fue hablando y caminado mejor, hasta que finalmente pudo ir a la escuela como cualquier niño de su edad.
- A Teresa Munné, de Tarragona, España, le diagnosticaron un tumor en la médula, que la tuvo enferma por siete años. Las radioterapias sólo la quemaron y llenaron de llagas. Pero ella se decía: “Si la Virgen me ha escogido a mí, ¿por qué no lo he de aceptar?”, aunque, “para moverme, me tenía que echar al suelo y caminar como un gatito”.
Una noche de diciembre de 2009, su esposo, un hombre sin fe —su hijo mayor tampoco era creyente—, le hizo notar que había dejado una luz encendida. Pero la luz venía de una imagen de la Virgen de Lourdes que Teresa tenía sobre su tocador. El esposo, asombrado, hubo de reconocerlo: “Teresa, no te has equivocado, es la Virgen que ha venido”. Entonces oraron, y ella lo fue guiando con las palabras porque él no sabía rezar. “Durante más de quince días se nos apareció la luz, y nosotros rezábamos a la Virgen”, cuenta Teresa.
En mayo tuvo un sueño que se repitió varios días, en el que la Virgen le decía: “Ven a Lourdes, que al segundo día serás muy feliz”.
Teresa fue llevada a Lourdes en camilla, en el tren de los enfermos, sin ningún familiar. El segundo día de su estancia, la Virgen le dijo: “Ya ha llegado el día, baja a las piscinas que allí te espero”. Pero como estaba lloviendo, sus cuidadoras le dijeron que esperara al otro día.
Sabiendo que la Virgen la esperaba, Teresa se escabulló y, caminando de manera desastrosa, llegó a las piscinas. Las enfermeras del lugar la sumergieron en el agua, mientras ella oraba a la Virgen pidiendo no su salud sino fe para su familia. Al salir de la piscina y ponerla en silla de ruedas, sus piernas se movieron y tenían sensibilidad. “Grité: ‘¡Que venga un médico, que venga una hermana, que venga el que sea, porque la Virgen me ha curado!”, mas le aseguraron que era un ataque de nervios y la llevaron al hospital para darle un calmante, entonces ahí vieron que efectivamente estaba curada.
- En 2018 se dio a conocer oficialmente la curación de la monja Bernardette Moriau, discapacitada por 40 años de su vida. Fue de peregrina a Lourdes y, cuando regresaba a su convento, oyó una voz que le decía que se quitara las abrazaderas para las piernas. Inmediatamente después, ella pudo caminar sola.
TEMA DE LA SEMANA: «LOURDES: LA LLAMA VIVA DE LA FE»
Publicado en la edición semanal impresa de El Observador del 7 de febrero de 2021 No. 1335