“El poder corrompe y el poder absoluto corrompe absolutamente”, es la máxima de Lord Acton. ¿El problema de la corrupción solamente es del poderoso?
Desde hace muchos años los mexicanos hemos echado la culpa de nuestras desventuras a la corrupción de los poderosos, sean políticos o élites económicas.
Sin duda, esta corrupción existe, pero resulta inútil quejarse de ella si nosotros nos “justificamos” accediendo a esa misma corrupción cuando “nos beneficia” por la ausencia de un verdadero estado de Derecho que existe en el país.
La corrupción no es parte de nuestra cultura, es parte de una malversación de los principios básicos de honradez y responsabilidad que constituyen una sociedad adulta.
La morenita del Tepeyac nos invita, como a Juan Diego, a adquirir el sentido y el deseo de participación para que los poderosos no se corrompan, no corrompiéndonos nosotros. Cumpliendo la ley y denunciando la injusticia.