Por Ma. Elizabeth de los Ríos Uriarte
De una región con más de 630 millones de habitantes, sólo el 7.6% tiene acceso a los cuidados paliativos al aproximarse su muerte.
La Asociación Latinoamericana de Cuidados Paliativos acaba de publicar la versión actualizada (a anterior data del 2012) del Atlas de Cuidados Paliativos en Latinoamérica donde fueron estudiados 17 países: Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica, Ecuador, El Salvador, Guatemala, Honduras, México, Panamá, Paraguay, Perú, República Dominicana, Uruguay y Venezuela en cuanto a la disponibilidad de acceso a medicamentos opioides para control de síntomas terminales, cultura e información de cuidados paliativos así como educación y preparación médica especializada.
Para la OMS los cuidados paliativos son “un enfoque para mejorar la calidad de vida de los pacientes y sus familias que enfrentan los problemas asociados con enfermedades potencialmente mortales. Incluye la prevención y el alivio del sufrimiento mediante la identificación temprana, evaluación y tratamiento del dolor y otros problemas físicos, psicosociales y espirituales”.
Si bien se ha asociado la atención paliativa como cuidados al final de la vida, estos abarcan más procesos que un único momento, de hecho, su éxito dependerá del momento oportuno de remisión del paciente de un tratamiento curativo a uno paliativo.
Además, estos cuidados no se centran únicamente en el paciente sino también en la familia pues entienden que, de existir un trabajo en equipo crucial entre los profesionales de la salud, el paciente y su familia para lograr su objetivo último que es brindar calidad de vida al enfermo.
Como se mencionó, los cuidados paliativos deben entenderse en clave de trabajo en equipo para poder atender todas las esferas de la persona: su cuerpo y síntomas físicos, su alma o espíritu y su psique; sin embargo y a pesar de la urgente necesidad de entenderlos así, el Atlas publicado en el mes de marzo arroja la escalofriante cifra sólo 2.6 equipos capacitados y disponibles por cada millón de habitantes en la región llevando la delantera Uruguay, Costa Rica y Chile, este número es comprensible si consideramos que el documento señala que sólo 7 países de la región cuentan con reconocimiento de la especialidad médica en cuidados paliativos: Argentina, Colombia, Costa Rica, Ecuador, México, Paraguay y Venezuela y sólo cinco cuentan con una ley reguladora de los cuidados paliativos: Colombia, Costa Rica, Chile, México y Perú.
A pesar de que México es un país donde se contempla que los enfermos terminales tengan acceso a los cuidados paliativos en el momento de su diagnóstico, las posibilidades de una adecuada atención siguen siendo escasas: pocas instituciones de salud (entre las que destacan el Hospital General de México “Dr. Eduardo Liceaga”, el Instituto Nacional de Cancerología, el Hospital Regional de Querétaro, el Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición “Salvador Zubirán” el Hospital Civil de Guadalajara y el Instituto Nacional de Pediatría) cuentan con unidades especializadas de atención médica paliativa, los medicamentos son escasos y con una mala distribución y aún no se cuenta con una cultura sólida y bien informada que exija lo que contempla la ley respecto de la atención médica paliativa.
Uno de los mayores restos que enfrentamos en México versa sobre lindes jurídicos en donde se marca que sólo los pacientes diagnosticados como “terminales” es decir que presenten una condición incurable, crónica, degenerativa y con un pronóstico igual o inferior a seis meses de vida pueden tener acceso a un esquema paliativo. Si bien en la práctica esto no es exacto y se brindan muchos tratamientos paliativos sin este diagnóstico terminal, este candado en la ley genera que, muchas personas con enfermedades incurables, crónicas y degenerativas, pero con expectativas de vida superior a seis meses no tengan acceso fácil a medicina paliativa en el sector público, tal es el caso de la diabetes o del VIH pero lo ha sido también de los pacientes COVID.
Alienta saber que México avanza en un plan estratégico de cuidados paliativos, pero, como población, debemos fortalecer el conocimiento para entender la importancia y relevancia de brindarlos oportunamente, de salvaguardar la integridad física, psicológica y espiritual de todas las personas y de reconocer que, cuando no hay más por hacer en el plano curativo hay todo por hacer en el plano paliativo.
Publicado en la edición semanal impresa de El Observador del 25 de abril de 2021 No. 1346