La cercanía de los padres en las etapas de cambios, tanto emocionales como familiares, es la clave para ayudarlos
Por Mónica Muñoz
“El llanto de la madre era desgarrador, no había manera de consolarla, estaba recostada en el suelo y la gente se sentía impotente ante su sufrimiento, incluso el sacerdote que presidía la celebración estaba tan impresionado que no encontraba las palabras exactas que pudieran darle paz”, fue el comentario que una persona me hizo cuando me estaba relatando su experiencia al acudir a la Misa de cuerpo presente de una pequeña de 8 años, que, lamentablemente, se había quitado la vida.
¿Cómo es posible, en qué estaría pensando la niña para cometer semejante acto? Ciertamente, al enterarnos de un suicidio siempre nos sentiremos impactados, pero tratándose de un menor de edad, el golpe es contundente. Pero ¿qué es lo que está pasando con los niños y niñas, por qué deciden dejar este mundo tan prematuramente?
Este es un asunto de salud pública que tiene preocupada a la Organización Mundial de la Salud, pues incluso ha instaurado el 10 de septiembre como Día Mundial para la Prevención del Suicidio ante el alarmante aumento de casos, que cada año afectan a adultos, jóvenes, y ahora, desgraciadamente, a niños y adolescentes.
En lo que corresponde a México, en el documento Estadísticas a propósito del Día Mundial para la Prevención del Suicidio Datos Nacionales, el INEGI reportó que para 2018, el suicidio se colocó como la cuarta causa de mortalidad entre niños y adolescentes de 10 a 17 años, con 641 fallecimientos por lesiones autoinfligidas, de los cuales, (88%), fueron por ahorcamiento, estrangulamiento o sofocación. Le sigue el envenenamiento (6%) y el disparo con arma de fuego (3 por ciento). Cabe mencionar que prevalecen los varones en esta problemática, pues 6 de cada diez suicidios fueron hombres (60%), y cuatro de cada diez (40%), mujeres. (INEGI, 2020)
Ante este panorama, el mismo documento cita a la Organización Mundial de la Salud, para señalar que se trata de un problema prevenible. Añade que el hecho del suicidio no significa un simple deseo de morir, sino que se da como un recurso final para escapar de un gran malestar, además, los niños, niñas y adolescentes se encuentran vulnerables a diversos cambios que pueden afectarles como cambios hormonales, incremento de responsabilidades, crisis familiares, entre otros. Es por ello por lo que no se puede hablar de una sola causa y en ocasiones ciertos eventos solo ocurren como detonantes (Humanium s/a, citado por INEGI).
Pero, ¿qué medidas pueden tomarse para prevenir semejante desgracia? Ante todo, los padres de familia deben estar atentos a todas las señales que emitan sus hijos, ya sea tristeza, cambios de humor repentinos, ensimismamientos o cualquier comportamiento extraño que presenten, pues no siempre serán tan evidentes ni tan abiertos como para expresar su resolución.
Además, deben fomentar el diálogo diario, entre más pequeños sean los niños, mejor, pues la confianza difícilmente se perderá en ellos al ir creciendo, porque hay que recordar que una vez entrando a la escuela, se toparán con otros niños con educación e ideas completamente diferentes y que pueden influir negativamente en su ánimo, si no se mantiene una estrecha vigilancia, lo cual lograrán platicando todos los días sobre lo que hicieron en la escuela o a la hora de jugar, pudiendo así detectar cualquier anomalía.
Otra medida será hablar con ellos de temas específicos, para que sea a través de sus padres que se enteren de lo que encontrarán en la vida, porque suele ocurrir que se delega esa responsabilidad a los maestros o algunos otros formadores, sin embargo, son los papás quienes deberán plantear a sus hijos situaciones como su desarrollo físico y su sexualidad, las adicciones, las malas compañías, etc., con tal de generar un conocimiento real y certero de la vida, para prevenir de este modo todo tipo de contrariedad.
Y no menos importante, estar alertas con lo que ven en la televisión y sobre todo, en el celular, ya que este último representa un peligro latente si no se regula su uso y el de las redes sociales a las que pueden tener acceso, porque en ellas es donde se encuentran los famosos “retos” que ponen en riesgo la integridad física y emocional de los menores si no se tiene cuidado con ello.
Seguramente ustedes, padres y madres de familia, pueden añadir a estas sugerencias muchas más, debido a su experiencia, lo importante es que nuestros niños y adolescentes se sientan seguros y amados en sus hogares para que nunca lleguen a tomar una determinación tan terrible, oremos por todas las personas que han sentido que el suicidio era la única solución a sus problemas y pidamos a Dios por nuestras propias familias, para que nunca se presente un caso semejante.
Publicado en la edición semanal impresa de El Observador del 1 de agosto de 2021 No. 1360