Por Raúl Espinoza Aguilera
Acabo de leer Las Memorias de Víktor Frankl y me resultó un texto impresionante. ¿Por qué? Porque este Psiquiatra vienés, discípulo del Fundador del Psicoanálisis, Sigmund Freud (1856-1939), estuvo en un campo de concentración nazi y nos narra sus dramáticas experiencias en los que sus padres y varios familiares suyos fueron enviados a la cámara de gas. Su esposa Tilly también falleció -justo cuando las tropas inglesas liberaron otro campo de concentración donde se encontraba-, debido a su extrema debilidad física por falta de alimento.
Como era de esperarse, toda esta serie de desgracias le afectaron mucho al joven psiquiatra. Le confesaba a un amigo que fue muy duro perder en tan poco tiempo a tantos seres queridos y observar ese horrendo dolor y crueldad en dichos campos de exterminio.
“- ¿Sabes por qué sobreviví? -le confesaba con lágrimas-. Porque le di un sentido profundo a mi dolor y sufrimiento. Concluí que había que descubrir el “para qué” de esa desgarradora situación y, como tengo una visión trascendente de la vida humana, aprendí a descubrir que todo tiene un sentido, crecí en fortaleza, esperanza e incluso ayudé a muchos judíos de mi raza a que encontraran también un sentido dentro de esas tremendas condiciones”.
“- Observaba que muchos se suicidaban al ver tanta masacre y desprecio de los nazis hacia la existencia humana. Otros caían en un severo estado depresivo. Así que decidí hacer un esfuerzo por servir a los demás, practiqué mi profesión y aprendí muchas lecciones de valores humanos en situaciones límite”.
“– El día que llegaron las tropas norteamericanas a liberarnos de Auschwitz, yo me encontraba sumamente delgado, casi cadavérico, por falta de alimento; con mis pies hinchados, con llagas reventadas y padecía un frío insoportable. Los médicos y las enfermeras se percataron de mi estado de salud y, mediante sus auxilios médicos, lograron salvarme la vida, lo mismo que a muchos otros judíos que también se encontraban en ese lamentable estado de inanición”.
Cuando este psiquiatra volvió a Viena a continuar con su actividad profesional, quiso narrar lo acontecido y escribió un libro, titulado: Un Psiquiatra en un Campo de Concentración que de inmediato se convirtió en un éxito editorial. Posteriormente lo tituló: El Hombre en Busca de Sentido y del que se han difundido millones de ejemplares en el mundo entero.
Pero, ¿quién fue Víktor Frankl? Fue un neurólogo, psiquiatra y filósofo austriaco nacido en 1905 y fallecido en 1997. Fue el Fundador de la Logoterapia y del Análisis Existencial. En un principio fue discípulo del fundador del Psicoanálisis, Dr. Sigmund Freud, pero pronto abandonó esa escuela psicológica de pensamiento porque consideró que la persona humana no podía reducirse al instinto, a un mero impulso sexual y buscar las raíces de los traumas psicológicos de los pacientes únicamente en el factor erótico. Después siguió la escuela de Alfred Adler (1870-1937) quién fundó la corriente psiquiátrica llamada: “La Psicología Individual”, pero tampoco le convenció.
De esta manera decidió iniciar su propia Escuela de pensamiento: la Logoterapia, que es una psicoterapia que propone que “la voluntad de sentido” es la motivación primaria del ser humano, una dimensión psicológica inexplorada en comparación con las corrientes psicoterapéuticas anteriores y consideraba que la atención clínica a ella era un elemento esencial para la recuperación integral del paciente.
En su vida personal, fue siempre un apasionado escalador de montañas y le gustaba pilotear avionetas. Tenía un enorme sentido de humor y lo desarrolló particularmente en los campos de concentración en los que estuvo y hacía reír a sus compañeros de prisión, debido a que lo consideraba como terapia para pensar en positivo, con alegría y olvidar tanta amargura.
Frankl enseñó en la Universidad de Viena hasta los ochenta y cinco años con asombrosa constancia, entusiasmo e ilusión.
Falleció el 3 de septiembre de 1997 de un paro cardiaco en Viena, Austria, dejando a su segunda esposa, Eleonore y a una hija, la Doctora Gabriela Frankl-Vesely.
Publicado en la edición semanal impresa de El Observador del 25 de julio de 2021 No. 1359