El director español, Jorge Pareja, conversó con El Observador a unos días de haberse estrenado en México el documental Vivo ¿Quién anda ahí?, que muestra la fuerza de la Eucaristía a través de historias reales.
Por Rubicela Muñiz
Jorge Pareja pasó cientos de tardes imaginando mundos y recreando universos para plasmarlos en una pantalla. Al formar parte de distintas productoras cinematográficas sus conocimientos se fueron afianzando, y entre producción y producción, pasó largas temporadas trabajando en tele, pero siempre mantuvo intacta la curiosidad fílmica realizando algunos proyectos paralelos. El hecho de viajar a otros mundos a través de un objetivo siempre ha sido su motor.
En uno de estos viajes, se encontró con el grupo de jóvenes y adultos Hanuka, que, sin saberlo, formarían parte de él para toda la vida. Junto a ellos aprendió que todavía existen personas que adoran a Dios de una manera distinta a la que él había conocido hasta ese momento. Personas que cuentan, sin miedo ni vergüenza, que aman a Dios. Y que lo aman tanto que no pueden dejar de contarlo.
Durante dos años, Hakuna, le abrió las puertas de su mundo para así poder documentar lo que allí estaba pasando. Lo que resultó para Pareja toda una experiencia enriquecedora al conocer a personas generosas y siempre con una sonrisa. En esta edición de El Observador, te presentamos una conversación con este director español y su experiencia con Vivo, su primer largometraje.
Jorge, en México ya se encuentra en cartelera el documental Vivo. ¿Esperabas que traspasara fronteras?
▶ No, en absoluto, estando en tiempos de pandemia mundial, que fue la fecha en la que se estrenó en las salas de España, ni por asomo me planteé que fuera a tener la acogida que ha tenido y que posteriormente esté dando la vuelta al mundo. Nos ha sorprendido para bien y aún estoy que no me lo creo.
¿Cómo es que llegas a ser parte de Vivo? ¿Qué te convenció para integrarte?
▶ Yo trabajo haciendo producciones audiovisuales y con uno de esos contactos me llamaron para grabar una misa de acción de gracias de un grupo llamado Hakuna, en ese momento yo no sabía de qué se trataba Hakuna ni qué hacían en esa misa, pero me fui allí con mis cámaras e intenté capturar todo lo que allí sucedió, había muchísima gente en la iglesia y casi todos eran muy jóvenes, desprendían una felicidad y una pasión que era imposible no verlo. Después de realizar el video, Don José Pedro Manglano, sacerdote que lleva Hakuna, me propuso participar en un proyecto más grande y que llegase a más personas y no me lo pensé, esto tenía que vivirlo.
¿En qué medida historias como las que se presentan en este documental pueden transformar a través del cine?
▶ Bueno, todo depende de lo receptivo que estés, pero esta película, estés en el nivel que estés, no te deja indiferente, puede llegar a tocarte el corazón.
¿Antes de realizar este trabajo tenías algún concepto de la religión cristiana?
▶ Sí, por supuesto, yo era de los que pensaban que a las iglesias ya solo iban las personas mayores y poco más. Cuando yo era niño, recibí formación católica y era como una asignatura más, no terminaba de sentir nada y pienso que de la manera en que me lo mostraron no me terminaba de enganchar. Cuando fui a grabar esa misa de acción de gracias con Hakuna descubrí otra forma de vivir la fe, que yo desconocía totalmente.
El cine religioso no es precisamente el más taquillero, pero las buenas historias hacen la diferencia, ¿planeas seguir en esta línea o te gustaría probar en otros géneros cinematográficos?
▶ No estoy cerrado a un género concreto, hace muchos años que me dedico al audiovisual y Hakuna me ha dado la oportunidad de poder dirigir mi primer largometraje, ha sido una experiencia fantástica, por supuesto con sus problemas y con sus alegrías pero no la cambio por nada, y si he de hacer el resto de mi vida cine religioso, bienvenido sea, eso sí, cine de calidad.
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