Por José Ignacio Alemany Grau, obispo
Reflexión homilética 21.11.2021
Yo soy rey
Pilato representa todo el poder de Roma en Israel y hoy los responsables del pueblo de Israel le llevan a Jesús para que le condene a muerte.
Pilato, después de oír a sus acusadores, hace esta pregunta a Jesús:
“¿Entonces tú eres rey?”.
Jesús le contestó: “Tú lo dices: soy rey”.
Si lo hubiera tomado en serio, Pilato debía condenarlo por hacerse rey sin el apoyo de Roma. Sin embargo, continúa dialogando con Jesús y con los que lo habían traído para que lo condenara a muerte.
San Juan hace ver en su evangelio la tensión que vive Pilato porque se da cuenta de la inocencia de Jesús y de la envidia de los sumos sacerdotes que quieren acabar con Él porque les hace sombra.
Al final, mientras se lava las manos, Pilato condena a muerte a Jesús.
Esa tensión continuará porque sobre la cruz de Cristo se lee la sentencia de muerte: “Jesús nazareno rey de los judíos”.
Los judíos protestan y le dicen a Pilato: “No escribas ‘rey de los judíos’ sino ‘éste ha dicho soy el rey de los judíos’”.
Pero Pilato reafirma la sentencia con su autoridad imperial:
“Lo escrito, escrito está”.
Viva Cristo Rey
En estos días estamos recordando, de una manera especial, a los mártires de Paracuellos (un pueblecito cerca de Madrid, España).
Unas cinco mil personas martirizadas por odio a la fe.
Las llevaron de distintos puntos de la ciudad, por temor de que fueran liberadas, con el fin de matarlos a todos, como así lo hicieron.
Todos murieron gritando “¡Viva Cristo Rey!” y perdonando a los asesinos.
Era el eco del Calvario:
“¡Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen!”.
Ya son 143 de este grupo los que han sido declarados beatos por la Iglesia y hay una larga lista en espera porque cada uno de ellos tiene que obtener la certificación debida.
Así ha sucedido miles de veces a través de la historia humana.
En España, en concreto, ya se han beatificado o canonizado dos mil cuarenta y cinco de los años 1936 a 1939.
Los que quisieron acabar con Cristo han terminado humillados y volverán a serlo porque vienen con todo el ímpetu de su orgullo.
Los mártires, en cambio, han vencido por la fuerza de la resurrección de Jesús. Su triunfo nos asegura el nuestro.
La imponente cruz de Paracuellos que se ve desde kilómetros de distancia, nos recuerda el monte Calvario con el letrero que Pilato hizo colocar sobre la cruz, porque de la muerte ha surgido la resurrección y la esperanza:
¡Jesús es rey¡
La cruz divide a la humanidad. Jesús lo predijo: “O conmigo o contra mí”.
- Daniel
La lectura del profeta Daniel nos enseña esto:
“Muchos que duermen en el polvo despertarán, unos para vida eterna y otros para ignominia perpetua. Los sabios brillarán como el fulgor del firmamento y los que enseñaron a muchos la justicia como las estrellas por toda la eternidad”.
Sobre el fin del mundo hemos venido hablando y seguiremos acompañados por la liturgia hasta que comience el nuevo año con el Adviento.
- Apocalipsis
A este título de Cristo Rey el Apocalipsis añade hoy “Testigo fiel” y “Primogénito de entre los muertos”; más aún, “Príncipe de los reyes de la tierra”.
Gracias a Jesucristo “que nos ha librado de nuestros pecados con su sangre” y nos ha hecho también a nosotros un reino para Dios, su Padre.
Qué hermoso:
Jesucristo es el Príncipe de todos los reyes y, con su muerte y resurrección, nos hace también a nosotros reyes para Dios en la eternidad.