En entrevista, el padre Prisciliano Hernández Chávez, sacerdote de los Operarios del Reino de Cristo, expone que confesar la fe día a día, guiados por el Espíritu Santo, es un acto de amor a Dios que cobra mayor sentido al expresarse en un mundo plagado de la ‘hipercultura’
Por Rubicela Muñiz
Padre Prici, ¿el martirio sólo está asociado al sufrimiento, al dolor y a la muerte?
Antes de responder la pregunta, hemos de darle el alcance que tiene la palabra martirio en el lenguaje y puede permitirnos desarrollar el tema sobre el martirio en general y el martirio cristiano en particular.
Somos deudos de dos lenguas vivificantes del castellano, el griego y el latín. El término propiamente es griego martys,-martyros y significa testigo, el que da testimonio de un hecho o atestigua una verdad.
En la Iglesia a partir del siglo II se utiliza el término ‘mártir’ con esa connotación de muerte cruenta por haberla sufrido por Cristo; así en Policarpo de Esmirna; aún más; el mártir prolonga en sí mismo la pasión de Cristo.
Entonces respondiendo a tu pregunta, en el lenguaje cristiano, el martirio sí está asociado con el sufrimiento, el dolor y la muerte, específicamente.
¿Defender la fe y la verdad nos puede convertir en mártires?
En un sentido amplio, podría expresarse así; pero más bien se le llamaría ‘apologeta’, el que defiende la fe; si tiene ciertos tintes de persecución podría decirse que es un testigo valiente de su fe, para evitar confusiones semánticas.
¿Qué medios nos regala el Señor para llevar el martirio en nuestro día a día?
En el lenguaje teológico y eclesiástico, se le prefiere llamar ‘confesor’; es decir confiesa su fe día a día en calidad de su identificación con Cristo. Se reciben gracias antecedentes, acompañantes y subsiguientes a las buenas acciones. Por supuesto, esta identificación con Cristo y la recepción de gracias está imperada por la acción del Espíritu Santo, quien, a través de las virtudes teologales, actúan sus dones, para realizarlas, diríamos, a modo divino.
¿Quiénes son los mártires en medio de esta pandemia?
En esta pandemia, en la perspectiva estrictamente cristiana, son aquellos que en virtud de la caridad entregan su vida por amor a Dios siguiendo el ejemplo de Jesús atendiendo a los enfermos, sean familiares o personal médico. En sentido meramente humano, son dignos de respeto y encomio, quienes directamente con sus acciónese realizan el amor de total entrega y heroica en este ámbito.
¿Por qué no debemos tener miedo a dar testimonio de nuestra fe?
Si se es dócil interiormente a la acción del Espíritu Santo, se tendrá esa serenidad y esa fuerza para ser testigos de la fe en un ambiente cada vez más anticristiano y que se va por los derroteros de la ‘hipercultura’, con toneladas de información que nos anegan y fácilmente se pierde el centro, a Dios, la familia, la propia cultura, y la fe cristiana y católica. En esté contexto, dar testimonio de la fe, se debe dar traducida en caridad y si se tienen las herramientas teológicas y catequéticas, ‘dar razón de nuestra esperanza’, según la invitación de san Pedro, en una de sus Cartas. Hago mías las palabras del Papa san Juan Pablo II al principio de su pontificado: no tengan miedo, abran las puertas a Cristo.
TEMA DE LA SEMANA: JUANA DE CHANTAL: SE PUEDE SERVIR A DIOS EN CUALQUIER ETAPA DE LA VIDA
Publicado en la edición semanal impresa de El Observador del 23 de enero de 2022 No. 1385