Han pasado ya casi dos años desde que la Pandemia ha estado afectando de muchas maneras nuestras vidas. Ante semejantes circunstancias algunos han manifestado resiliencia, calidad humana y solidaridad; mientras otros han mostrado mezquindad, egoísmo e irresponsabilidad. Bien lo dijo el Papa Francisco: de esta crisis saldremos mejores o peores, pero no iguales.

La aparición de nuevas variantes del virus y una “cuarta ola” de contagios, nos desafían a mostrar más responsabilidad y una mayor solidaridad.

Mayor responsabilidad en el seguimiento de las medidas sanitarias que nos permiten cuidar nuestra salud y de los demás. Se nos ofrece la vacuna, se nos dan indicaciones de aforo, se nos pide el uso del cubre bocas, gel y sana distancia, etc. En todo ello necesitamos mostrar más convicción y responsabilidad social.

Reconocemos una vez más la ardua labor del personal sanitario: su entrega generosa en este tiempo de pandemia nos inspira y nos invita a una mayor solidaridad. Solidaridad con los más vulnerables, con las personas mayores que padecen aislamiento, con quienes no tienen a su alcance recursos médicos, con los que han perdido su trabajo, con los que pasan por una crisis familiar, con los que lloran la muerte de un ser querido… No olvidemos a estos hermanos que son los rostros de Cristo que sufre durante la Pandemia, y que requiere de nuestro cuidado, ayuda y solidaridad.

Invitamos a las comisiones de pastoral social en cada Iglesia local, a dinamizar su labor de prevenir, acompañar y curar en medio de nuestras comunidades eclesiales. Los exhortamos a establecer vínculos de colaboración con organismos de la sociedad civil y personas de buena voluntad.

Exhortamos al gobierno federal y a los estados, así como a las autoridades sanitarias, a un mayor diálogo con los profesionales de la salud y demás instancias competentes, que les permitan una toma de decisiones sabia y oportuna, que privilegie el cuidado de las personas por encima de intereses económicos o conveniencias políticas. Pedimos no minimizar el riesgo de nuevas cepas o variantes de la Pandemia, no desestimar medidas sanitarias y dar a la población información y orientación oportuna y clara. Como Iglesia Católica en México nos comprometemos a seguir cuidando nuestros encuentros y espacios con responsabilidad, para que el cultivo de la espiritualidad y la práctica religiosa, tan necesaria en estos tiempos críticos, sea accesible y segura para todos (Cfr. CEM, Actualización de los lineamientos generales para el culto religioso en tiempo de pandemia, 12/01/2022).

Confiamos nuestro pueblo mexicano y el mundo entero a la Virgen de Guadalupe, para que su amor maternal nos inspire a la responsabilidad y nos alcance de Dios su auxilio y protección.

+Mons. Roberto Yenny García
Obispo de Ciudad Valles
Responsable de la Dimensión Episcopal de Pastoral de la Salud

Publicado en CEM

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