El P. Luis-Fernando Valdés López es el Jefe de la Academia de Teología del Departamento de Humanidades de la Universidad Panamericana Campus México. Licenciado en Filosofía por la UP y Doctor en Teología por la Universidad de Navarra. En Esta ocasión platica con El Observador sobre el sentido de la Cuaresma en un tiempo de dolor y cómo vivirla con esperanza y sin indiferencia

Por Rubicela Muñiz

Padre, se acerca el tiempo litúrgico más importante, y seguimos en una pandemia que ha dejado dolor, muerte y aprendizaje, ¿hacia dónde deben ir orientados nuestros propósitos esta Cuaresma?

La Cuaresma es un tiempo muy bueno para darle sentido a todo el dolor que la pandemia nos ha traído. La meta principal de este tiempo litúrgico no son actos de caridad o los sacrificios, sino la contemplación de la muerte y resurrección de Jesús, Dios hecho hombre, que quiso compartir nuestro dolor físico y también el moral, y experimentar la muerte para sentir lo que los humanos sentimos. Así Jesús nos enseña que ni el dolor ni la muerte nos pueden alejar de Dios, y que al final resucitaremos de manera que la muerte no tiene la última palabra sobre nuestro destino, pues estamos en las manos de Dios.

Cada uno vivirá este tiempo de acuerdo a las circunstancias pero, aun así, debemos tener un plan para cruzar este camino.  

Cada año tiene unas circunstancias propias, diferentes a las de los años anteriores; este 2022 es como el fin gradual de la pandemia; pero la Cuaresma tiene siempre unos aspectos invariables año tras año: reconciliarnos con Dios y reconciliarnos con el próximo. Esto es lo que siempre contiene el mensaje de conversión de la Cuaresma.

Sin hacer referencia sólo a lo físico, ¿qué ayunos saludables serán convenientes practicar? 

El Papa Francisco, con motivo de la Cuaresma del 2015, nos invitaba a evitar la indiferencia hacia los demás, a hacer algo por quienes están lejos, rezando por ellos. Podríamos decir que además del ayuno de alimentos, hagas un “ayuno” de indiferencia; es decir, que realmente nos ocupemos de las personas con las que vivimos y recemos por las que no podemos atender personalmente.

¿Qué gestos debemos tener con aquellos que realmente nos necesitan? 

▶R Las necesidades de los demás son muy amplias: desde quien pasa hambre o frío, quienes no son respetados en su dignidad, hasta quienes teniendo recursos materiales se encuentran solos o son incomprendidos. Precisamente la Cuaresma es un tiempo para que cada uno pidamos luces a Dios para entender cuál es la necesidad de las personas que viven conmigo, luego la de las personas que trabajan conmigo y así hasta descubrir lo que necesitan las personas que viven en las periferias físicas o existenciales de nuestra propia ciudad.

En este contexto de vida, ¿qué significa vivir con esperanza  la Cuaresma?

Se trata de la esperanza sobrenatural, que el Espíritu Santo pone en nuestros corazones. En la Cuaresma del año pasado, el Papa Francisco nos habla de que la esperanza se funda en que Jesús no sólo anunció su muerte sino también su propia resurrección (Mateo 20,19). 

Y también explicaba el Pontífice que a veces, para dar esperanza, es suficiente con ser “una persona amable, que deja a un lado sus ansiedades y urgencias para prestar atención, para regalar una sonrisa, para decir una palabra que estimule, para posibilitar un espacio de escucha en medio de tanta indiferencia” (Fratelli tutti, 224).

Y añadía el Papa que “vivir una Cuaresma con esperanza significa sentir que, en Jesucristo, somos testigos del tiempo nuevo, en el que Dios ‘hace nuevas todas las cosas’ (cf. Apocalipsis 21,1-6). Significa recibir la esperanza de Cristo que entrega su vida en la cruz y que Dios resucita al tercer día, ‘dispuestos siempre para dar explicación a todo el que nos pida una razón de nuestra esperanza’ (cf. 1 Pedro 3,15)”.

TEMA DE LA SEMANA: “¿Y SU FUERA ÉSTA TU ÚLTIMA CUARESMA?»

Publicado en la edición semanal impresa de El Observador del 27 de febrero de 2022 No. 1390

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