Circula por internet el escrito “Carta de un niño que no encontró a Jesús en su primera Comunión”. El título en sí mismo ya es algo que sacude. En cuanto a su contenido, es una denuncia de lo que pasa en la mayoría de las liturgias sacramentales y que ya hay que desterrar. Dice:

“Querido Jesús, como sabes, hace dos semanas hice la primera Comunión y Te escribo extrañado, porque me dijeron que estarías allí, pero no viniste (…). Creo que me engañaron los mayores (…).

“En la catequesis (…) pintamos muchos dibujos y me hablaron del bullying en la escuela, de no pelearme con los hermanos, de la amistad, la paz, los pobres (…); pero no me quedó muy claro nada de lo que mi pobre abuelo antes de morir empezó a enseñarme cuando iba a su casa y me leía un viejo catecismo que tenía; de eso no me dijeron nada (…).

“Mis padres estaban preparando una fiesta para celebrar mi primera Comunión, (…) pero nunca me hablaba nadie de Ti, nunca rezaban conmigo, nunca los había visto ir a Misa (…). Pero entonces ¿por qué lo celebraban? (…).

“Cuando Tú ibas a venir, que me dijo mi abuelo es cuando el cura hace la Consagración, yo estaba ansioso por ver lo que hacía la gente cuando el Rey del universo entrara allí; (…) pero no vi nada, nada de nada. La gente seguía hablando, riendo, hasta con el celular (…).

“¿Cómo seguían comportándose como si no pasara nada, como si Tú no hubieras venido? ¿Acaso no habías venido?

“Me parecía que aquella gente no se creía que estabas allí. Y como veía que nadie se lo creía, la única explicación era que efectivamente no estabas con nosotros, estaba claro (…).

Todo se confirmó al poco: el cura nos dio la Comunión para que la comamos como los caramelos cuando voy al kiosko. Los niños y toda la gente se comportaba normal, nadie rezaba ni actuaban como si Dios hubiera entrado en ellos; reían, hablaban y todo seguía igual.

“Mi abuelo me enseñó que intentara hablar Contigo cerrando los ojos tras la Comunión, pero me tienes que perdonar, Jesús, porque era imposible: no paraban de sonar unas guitarras (…) y todo el mundo hablaba, reía; era imposible hablar Contigo (…). Y una vez que salimos del templo ya nadie más volvió siquiera a pronunciar tu nombre; de repente es como si Te hubieras esfumado, Tú que se suponía eras el centro desapareciste de golpe y porrazo (…).

“Quise esperar unas semanas para ver qué ocurría. En mi casa también has desaparecido: mis padres (…) no me han llevado a Misa. Les pregunté que si no íbamos y me dijeron que no era necesario. Me callé pero no entendí nada; ¿para qué celebrar que Te recibo si no es necesario ni importante hacerlo? (…).

“No entiendo nada, Jesús; no entiendo a los mayores, no entiendo lo que pasó, pero yo no Te encontré”.

La preparación

Prepararse correctamente para recibir un sacramento puede ser todo un desafío en la actualidad. Los catecismos modernos suelen callar o al menos diluir muchas verdades fundamentales de la fe. Así lo denunciaba el sacerdote salesiano Pietro Riggi ante Benedicto XVI: “En los catecismos de la Conferencia Episcopal Italiana, usados para la enseñanza de nuestra fe a los muchachos de Confesión, Comunión y Confirmación, no se habla nunca del Infierno ni del Purgatorio, una sola vez del Paraíso, una sola vez del pecado, únicamente del pecado original. Pero al faltar el pecado, al no hablar del Infierno, también la redención de Cristo llega a ser disminuida”.

Por ello se requiere un compromiso real de los padres de familia, de manera que no pretendan dejar todo el trabajo de preparación de sus hijos a los sacerdotes o a los catequistas. Ser cristiano no es sólo de un día a la semana o de un ratito, y esto lo deben palpar sus niños y adolescentes de manera habitual en sus hogares.

Habrá papás que digan: “¡Pero yo ya no me acuerdo ni de los diez Mandamientos, y ya no voy a Misa! ¿Cómo puedo ayudar a mi hijo en la preparación de los sacramentos?”. La respuesta es: asistiendo de nuevo a Misa, orando en familia todos los días y además estudiando el catecismo en casa junto con los hijos. Hay que usar en la parroquia el que les indique el catequista o el sacerdote, pero es necesario complementar en casa con catecismos antiguos, que no caducan porque la doctrina no puede cambiar.

Se aconseja, por ejemplo, el Catecismo del P. Ripalda, que ha formado a generaciones de cristianos firmes en la fe, y que hasta se puede encontrar gratis en internet.

Y hay que apoyarse también en otros recursos, y repasarlos aun después de los sacramentos; por ejemplo, la película “El Gran Milagro”, o la novela de acción y aventuras de Julie Moran titulada “Salvando al obispo”, la cual lleva a niños y adultos por igual a la enseñanza de los sacramentos de una manera divertida y educativa.

TEMA DE LA SEMANA: «SACRAMENTOS: ¿ES QUE IGNORAMOS QUE HEMOS DE IR A PARAR A SUS MANOS?»

Publicado en la edición semanal impresa de El Observador del 13 de marzo de 2022 No. 1392

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