La vida futura y eterna depende del estado en que se encuentre el alma de cada uno en el momento de morir. Pero, como dice un viejo adagio, sicut vita finis ita (“como es la vida, así es el fin”). Por ello, generalmente sólo el que vive como cristiano muere como cristiano.
La comodidad y el materialismo de hoy han contribuido a que se tenga en muy baja estima la penitencia y la necesidad de conversión; por ello, numerosos bautizados mueren como paganos, o sumergidos en la creencia errónea de que Dios los ha de perdonar sin necesidad de arrepentirse de sus pecados, de manera que haber hecho penitencia en vida era innecesario.
Pero he aquí que Jesús, que es el mismo ayer, hoy y siempre (cfr. Hebreos 13, 8), sigue diciendo:
“Si no hiciereis penitencia, todos igualmente pereceréis” (Lucas 13, 5).
San Cipriano advertía en el siglo III del error que tanto aqueja en la actualidad: “Se ha añadido como colmo de males una blandura engañosa y destructora que se presenta bajo el título de misericordia. (…) No buscan la penitencia que restablece la salud”.
Algunos quizá esperan que sus parientes se encarguen de orar por ellos cuando hayan fallecido.
Pero un día alguien le preguntó a san Agustín: “¿Cuánto rezarán por mí cuando yo me haya muerto?”. Y el santo respondió: “Eso depende de cuánto rezas tú por los difuntos. Porque el Evangelio dice que la medida que cada uno emplea para dar a los demás, esa medida se empleará para darle a él”.
La gran oportunidad de la Cuaresma
Decía el Papa Juan Pablo II: “Todos debemos convertirnos cada día”. Pero como la Iglesia sabe que sus hijos suelen olvidarse de esta tarea diaria, como Madre y Maestra ha puesto en su calendario litúrgico tiempos penitenciales, siendo el de Cuaresma el más fuerte de su clase.
Hacer penitencia en la Cuaresma es dar un paso esencial en la vida cristiana.
Es también una gran oportunidad para estar preparados al encuentro del Señor, porque en estos tiempos difíciles de enfermedad y rumores de guerra, todo cristiano debería preguntarse: “¿Y si la de 2022 fuera mi última Cuaresma?”.
Mortificación cristiana
Se admira mucho y se busca emular a los deportistas y personajes de la farándula que se mortifican con ejercicios, dietas, cirugías, etc., para estar en forma o verse hermosos.
Pues es tiempo de admirar mucho más las virtudes de la penitencia y mortificación cristianas, que apuntan a algo más alto que lograr una medalla, un campeonato, aparecer en la portada de una revista o conseguir el papel protagónico en una película o telenovela.
Es el amor a Dios el que mueve al cristiano a mortificarse y a ofrecer sacrificios.
Pero si no hay suficiente amor, las privaciones son motivo de desdicha, no de crecimiento. Y es por eso que las penitencias se deben practicar de manera libre. Como diría el beato “Lolo”, Manuel Lozano Garrido, que sea un pasar de “Dios me ha quitado…”, o de un mejorado “Dios me ha pedido…” a un “Señor, Te ofrezco…”.
El hecho es que, como dijo san Cipriano, “cuando se ha partido de aquí, de esta vida, ya no es posible hacer penitencia”. Así que será muy sabio aprovechar esta Cuaresma, que inicia el día de hoy miércoles.
TEMA DE LA SEMANA: “¿Y SU FUERA ÉSTA TU ÚLTIMA CUARESMA?»
Publicado en la edición semanal impresa de El Observador del 27 de febrero de 2022 No. 1390