Dios te recuerda como una de sus mejores creaciones y no lleva cuenta de los errores, al contrario, te da la oportunidad de aprender de tus caídas.
Por Angelo De Simone
En una conversación reciente que tuve con un joven a quien acompaño y admiro mucho, surgió el tema de los momentos difíciles que muchas veces tenemos que experimentar en medio de nuestra cotidianidad y como combatirlos partiendo de la fe y el amor de Dios.
En ocasiones producto de diversos factores, podemos sentir cierta frustración de no cumplir las metas que nos hemos planteado o de no alcanzar esa mejor versión de nosotros mismos que tanto soñamos y anhelamos conquistar. En ese proceso podemos sentir un vacío que carcome nuestra vida y no nos permite avanzar, restándole sentido a nuestra existencia.
Somos de carne porque padecemos, sufrimos y tenemos sentimientos. Pero hoy Dios nos pide ser inquebrantables en medio de nuestra debilidad. Puede sonar paradójico, pero es parte del proceso de dejar actuar a la gracia. ¿Cuántas veces no has sentido que te faltan las fuerzas, que necesitas que alguien te levante? ¿Acaso no has sentido que los problemas no tienen escapatoria? En definitiva, este mensaje es para ti.
Estamos ante una sociedad cruel, a veces indiferente y otras veces egoísta, estamos experimentando en carne vida lo duro de la relativización de la dignidad humana en medio del mundo, pero hoy es tiempo de marcar la diferencia, es tiempo de ver puentes y caminos donde todos los demás ven murallas. No te quedes anclado en ver lo difícil que puede ser la vida o las adversidades que se te han presentado, ellas, han sido una oportunidad de oro para demostrar lo inquebrantable y poderosa que es tu voluntad, pero que, además, en manos de Dios, robustece el espíritu y te convierte en guerrero del Evangelio. Estamos llamado a ser la esperanza dentro de un mundo desesperanzado y carente de amor, por ello tu testimonio de lucha, fuerza y perseverancia, marcará el punto de inicio de muchos que no se atreven a buscar el cambio en sus vidas o a luchar contra los demonios que tienen en el camino.
¿Qué hacer entonces en medio del sufrimiento?
Cuando sientas ese dolor, ansiedad y angustia que muchas veces llega sin avisar, producto de algún problema o situación específica, recuerda que eres valioso, que no eres insignificante, que eres grande ante los ojos de Dios porque eres obra de sus manos. No prestes tanta atención a aquello que te resta o que muchos pueden decir acerca de tu vida, restándole merito a tus esfuerzos y voluntad. Dios te recuerda como una de sus mejores creaciones y no lleva cuenta de los errores, al contrario, te da la oportunidad de aprender de tus caídas. Por eso, en medio de esto que puedes estar viviendo, quédate un momento en silencio dejándote amar por Él. Intenta acallar todas las voces y gritos interiores y quédate un instante en sus brazos de amor.
Eres el sueño de Dios. Lo más hermoso que Dios ha creado. ¿Acaso no cuidará con celo a aquello que ha amado desde el principio? Sigue adelante porque tu corazón de carne es inquebrantable en manos de Dios y, lo mejor, está por llegar a tu vida. ¿Te atreves a asumir el reto “Inquebrantable” de ser un ejemplo de superación producto del amor de Dios?
Publicado en la edición semanal impresa de El Observador del 1 de mayo de 2022 No. 1399