La necesidad de ser escuchados crece con el paso del tiempo y de pende de cada uno derribar los obstáculos
Por Mónica Muñoz
El mundo actual vive inmerso en el ruido, tal parece que el silencio se ha vuelto inexistente porque nadie entiende su realidad si no hay sonido. No concebimos cómo es posible que haya personas que funcionan sin el sentido del oído, y menos nos imaginamos qué pasaría con nosotros si perdiéramos ese don.
Y para comprobarlo, basta observar a jóvenes y adultos en el transporte público, donde viajan juntos, pero cada quien va embebido en sus pensamientos, envueltos en nubes invisibles de sonidos que entran por diminutos auriculares, obstruyendo la comunicación con los demás seres que les acompañan en el recorrido.
Entender el comportamiento
Por supuesto que hay que entender que no todas las personas aprendemos de la misma manera, de acuerdo al modelo VAK, planteado por Richard Bandler y John Grinder (1988), que propone que los seres humanos percibimos la información a través de tres grades sistemas; el sistema Visual, el sistema Auditivo y el sistema Kinestésico (que se refiere a sensaciones y movimientos), de ahí que mucha gente pueda hacer actividades con música, o que a muchos les llegue mejor la información si la ven en imágenes y a otros si la experimentan o la tocan, no obstante, aunque predomine alguno de ellos, es usual observar distintas combinaciones entre dichos sistemas, en cada ser humano.
Ahora bien, después de encontrar una explicación a ciertas actitudes en cuanto a aprendizaje se refiere, destaco el comportamiento cada vez más frecuente, sobre todo de la gente joven, que pasa sus días con los oídos tapados por los audífonos, indicando su deseo de evadir la realidad, por eso es muy común ver en los lugares de trabajo que, hombres y mujeres, no pueden desempeñar sus actividades si no tienen música, de cualquier género, pero, sin duda, escogerán la que mejor traduzca sus sentimientos, ya sea de dolor, alegría, amor o tristeza.
La realidad
Por eso, si fuéramos un poco más observadores, nos daríamos cuenta de que, detrás de ese comportamiento indiferente, hay seres humanos que quieren ser escuchados. Es en este punto en el que hago hincapié. Las redes sociales son usadas con esta finalidad. Y si no, ¿por qué cada vez existen más y más canales personales de chicos y grandes que quieren ser “influencers”? No paso por alto que todos desean llegar a ser reconocidos para “monetizar” sus cuentas, obviamente, el dinero juega un papel importante en esta toma de decisiones, pero lo que más llama la atención es la facilidad con la que permiten que los extraños entren en su intimidad, lo cual es alarmante, debido a los incidentes que pueden suscitarse por compartir demasiada información.
Y si a esto agregamos el hecho de que las conversaciones cara a cara son cada vez más limitadas por la presencia de los celulares, concluiremos con que la necesidad de ser escuchados crecerá más con el paso del tiempo.
Es este un problema que tendremos que enfrentar pronto, porque todo el mundo desea hablar, pero pocos son los que tiene la intención de escuchar.
La escucha activa en la familia
Pero en el ámbito familiar, escuchar activamente significa atender a la persona que tenemos enfrente, que nos importa porque la amamos y queremos que esté bien, por eso, la mejor manera de demostrárselo será reflexionar sus palabras sin hacer juicios por anticipado, dejar el celular lejos de nosotros y ponernos en su lugar para que sienta que puede confiarnos sus sentimientos, de este modo, podremos conectarnos y aprender juntos a solucionar situaciones difíciles o incómodas, porque empezaremos a conocernos al compartir aflicciones y alegrías, sabiendo que tenemos a alguien que verdaderamente se interesa en nosotros.
Hagamos el esfuerzo por dedicar a nuestra familia el tiempo necesario para hablar, y sobre todo, para escuchar lo que tienen para compartir con nosotros, les aseguro que sus relaciones mejorarán de tal manera que desearán pasar juntos todos los momentos que puedan, y sobre todo, los hijos pequeños y grandes estarán recibiendo de sus padres lo necesario para crecer sanos y felices: su tiempo y compañía.
Publicado en la edición semanal impresa de El Observador del 12 de junio de 2022 No. 1405