Por P. Fernando Pascual
Decimos que esta habitación está ordenada, o que este negocio es un completo desorden.
Si nos preguntasen qué entendemos por orden o por desorden, quizá tendríamos alguna dificultad para responder.
¿Qué es orden? ¿Cuándo algo está ordenado? Podemos responder: cuando cada cosa ocupa su lugar, en una especie de equilibrio armónico.
Pero ¿qué significa que este pantalón tiene que estar en un sitio y no en otro? ¿Por qué pensamos que un papel debería quedar encerrado en un cajón y no junto a las macetas de la ventana?
Alguno podría responder: porque así nos gusta, o porque vemos que esto es más eficiente, o porque lo mejor para el papel es estar protegido sin exponerse a los riesgos del viento o la lluvia.
El desorden sería lo contrario del orden: las cosas no están en su sitio, los objetos no han sido guardados donde deberían, la computadora tiene archivos mezclados caóticamente en directorios sin criterio alguno.
En general, nos gusta el orden, aunque también hay quienes prefieren un poco de desorden, de “movimiento” y de cambios para lograr algún efecto interesante en la propia vida.
El desorden, sin embargo, suele crear problemas, sea para encontrar algo, sea para conservarlo de la mejor manera posible, sea para conseguir una mayor eficacia en el trabajo o en otras actividades.
Por eso, en general, nos gusta el orden por sus ventajas, para nosotros mismos (nos movemos mejor en una habitación ordenada), y para los diferentes objetos que se conservan mejor si están donde deberían estar.
Orden y desorden son dos maneras diferentes de evaluar lo que ocurre fuera de nosotros, en este mundo complejo donde hay tantas realidades, que incluyen calles más o menos planificadas, mercados de frutas, o simplemente lugares para aparcar los coches.
También orden y desorden sirven para analizar y comprender lo que ocurre dentro de nuestras almas, sobre todo cuando experimentamos cierto desasosiego ante pensamientos caóticos que se suceden y que nos impiden esa concentración que tanto ayuda para desarrollar bien (en orden) actividades de importancia.
En el camino de la vida, el orden bien llevado, unido a la capacidad de adaptarnos a lugares menos ordenados, sirve para que empleemos mejor el tiempo, para armonizar nuestro corazón, y para orientarnos con serenidad en un mundo complejo pero que puede mejorar con algo tan sencillo: un poco de orden…
Publicado en la edición semanal impresa de El Observador del 5 de junio de 2022 No. 1404