PREGUNTAS DE NIÑOS

Cristo dice: “Si alguno quiere seguirme, que se niegue a sí mismo, que tome su cruz de cada día y Me siga” (Lucas 9, 23).

La cruz de cada día son las dificultades que uno vive, y que pueden ser tan sencillas como tener que levantarse muy temprano para ir a la escuela o comer algo que no nos gusta, hasta cosas muy serias, tales como padecer una fuerte enfermedad, carecer de cosas realmente necesarias, ser rechazado por creer en Cristo, etcétera.

El hecho es que todos tenemos cargas o “cruces”. Sin embargo, cuando Jesús llevó su cruz hasta el Gólgota para ser crucificado, nadie pensaba en la cruz como un símbolo de llevar una carga. Para una persona de ese tiempo la cruz significaba una cosa solamente: la muerte de la manera más dolorosa y humillante.

Por lo tanto, “que tome su cruz” significa más que nada estar dispuesto a morir para seguir a Jesús, o sea “morir a sí mismo”, o “negarse a sí mismo”, entregarse totalmente a Dios y a su perfecta voluntad.

Dios no quiere el sufrimiento, pero lo permite para apartar nuestros ojos de este mundo y que miremos hacia las cosas del Cielo.

Este mundo y todo lo que hay en él pasará. Pero los que toman su cruz y siguen a Jesús son los que ya no ven las cosas de esta vida, buenas o malas, como el final de la historia, sino que aguardan el Reino de Dios, que es eterno y maravilloso. Las cruces que soportamos, por terribles que sean, “no se pueden comparar con la Gloria que nos espera y que ha de manifestarse” (Romanos 8, 18).

Publicado en la edición semanal impresa de El Observador del 12 de junio de 2022 No. 1405

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