Por P. Fernando Pascual
El ser humano está abierto a muchas opciones, buenas o malas. Puede ayudar a otros o ser egoísta. Puede cuidar la salud o ponerla en peligro. Puede ser honesto en el trabajo o entrar en el mundo de la corrupción.
Platón y Aristóteles ya habían reconocido está apertura humana a opciones diferentes. Esas opciones luego se concretan, casi se cristalizan, en dos modos diferentes de vivir: uno virtuoso y otro vicioso.
En efecto, cada acción que realizamos configura nuestro modo de vivir, modela nuestras emociones, orienta los pensamientos, se plasma en los círculos del cerebro y en los recuerdos del alma.
Por eso, a la hora de acometer cualquier actividad, necesitamos tomar conciencia de que lo que hagamos, o lo que dejemos de hacer, nos está configurando, nos acerca o nos aleja de la virtud.
Cuando hablamos de virtud, como han explicado diversos estudiosos del mundo antiguo, nos referimos a ese modo de configurar nuestras disposiciones de forma que resulte más fácil realizarnos plenamente como seres humanos, en los distintos ámbitos de nuestra existencia.
Ello implica asumir responsablemente la tarea de ayudar a los niños, desde pequeños, a sentir simpatía y gusto por hacer lo bueno, y desagrado y pena ante las malas acciones.
También los adultos tenemos esa misma responsabilidad, porque, como la experiencia nos recuerda continuamente, hay quienes han recibido una buena orientación inicial pero luego se apartan de la virtud para acoger en su existencia vicios dañinos.
Vivir abiertos a ser virtuosos se convierte, por lo tanto, en una tarea de cada uno, que se concreta en la manera de comer a mediodía, cuando se responde un mensaje de WhatsApp, mientras escogemos ante la pantalla un programa adictivo o una página que me enriquece cultural y humanamente.
Si escojo buenas opciones, será más fácil orientarme hacia virtudes, con las cuales será posible repetir acciones buenas que me hacen mejor persona, y ayudar a los que viven cerca o lejos a través de mi deseo de ser justo, solidario, y realmente honesto.