Reflexión homilética del 7 de agosto de 2022

Por José Ignacio Alemany Grau, obispo

Por naturaleza, yo diría que por instinto, el ser humano busca lo que piensa que puede hacerle feliz. Lo llama «mi tesoro» y lo guarda con cuidado para que nadie se lo quite.

Las lecturas de hoy nos enseñan a cosechar y cuidar los tesoros que sí hacen felices al ser humano; no solo para el tiempo sino para la eternidad.

Libro de la Sabiduría

Nos habla de un preanuncio de la liberación que hizo Dios a los judíos para animarlos:

Con un mismo acto castigó Dios a los egipcios y liberó a los suyos: «Con lo que castigaste a los adversarios nos glorificaste a nosotros llamándonos a ti».

Aquel día los judíos ofrecieron sacrificios a Dios. Fue el cordero de la cena pascual.

Con este acto importante se pusieron de acuerdo en una ley sagrada: «Que todos los santos serían solidarios en los peligros y en los bienes».

Después de esto empezaron a cantar las alabanzas al Señor con los cánticos tradicionales.

Mientras los judíos estaban felices sus opresores se desesperaban y gritaban al conocer los castigos del Señor, especialmente la muerte de los primogénitos.

Salmo 32

«Dichoso el pueblo que el Señor se escogió como heredad».

Es de notar que la felicidad no viene de que nosotros hayamos escogido a Dios, sino que Él nos escogió a nosotros como heredad en el momento del bautismo.

Pidamos que nunca nos falta la misericordia de Dios repitiendo las palabras litúrgicas del te deum, que termina precisamente como el salmo de hoy:

«Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros como lo esperamos de ti».

Hebreos

Comienza con una muy conocida definición de lo que es la fe:

«Seguridad de lo que se espera y prueba de lo que no se ve».

La fe es, pues, la base de la esperanza y una participación anticipada de los bienes invisibles que nos esperan en el más allá.

A continuación, la carta nos presenta los ejemplos de fe del Antiguo Testamento, que la Iglesia continúa admirando, porque aquellos santos fueron hombres de Dios y siguen siendo modelos para todos nosotros.

Podemos leerlos y fijarnos, sobre todo, en cómo destaca la fe de Abraham en dos momentos especiales: en la salida de su tierra «sin saber a dónde iba» y la fe que lo llevó al monte Moria a sacrificar al hijo de la promesa, que estuvo esperando veinticinco años, y estaba dispuesto a matarlo, contra toda esperanza, pensando que Dios cumpliría la promesa que le había hecho, aunque hubiera tenido que resucitar a su único hijo.

Verso aleluyático

Toma uno de los pensamientos del Evangelio de hoy pidiéndonos vigilar siempre:

«Estad en vela y preparados porque a la hora que menos penséis viene el hijo del hombre».

Evangelio

Entresacamos unos pensamientos de este párrafo bastante extenso de San Lucas:

+ Nos pide que no tengamos miedo al darnos cuenta de que, en comparación con toda la humanidad, somos un pequeño rebaño.

+ Tengamos por seguro que el Padre Dios ha ofrecido darnos el reino a pesar de ser pocos, pero que ese no sea un motivo para dejar de evangelizar como nos mandó Jesús.

+ «Donde está vuestro tesoro ahí estará también vuestro corazón». Por tanto, es importante escoger el tesoro que realmente valga la pena.

Para nosotros ese tesoro escondido es Jesucristo.

+ Jesús pide que vigilemos siempre «para que cuando llegue el Señor nos encuentre en vela».

¿Y cuándo vendrá el Señor? Lo tenemos bien claro, para no caer en la trampa de tantos agoreros o intuiciones que podamos tener:

«Estad preparados porque a la hora que menos penséis viene el hijo del hombre».

+ El párrafo de hoy termina con una frase que debemos tomar en serio:

«Al que mucho se le dio, mucho se le exigirá. Al que mucho se le confió, más se le exigirá».

Buen motivo de meditación para este domingo.

Imagen de wal_172619 en Pixabay

Por favor, síguenos y comparte: