Las religiones, promotoras de la paz: experiencias y propuestas para la colaboración interreligiosa.

Por Ana Paula Morales

Este miércoles 31 de agosto, se celebró la Jornada Interreligiosa por la Paz en México. La Jornada estuvo dividida en dos. En la primera parte hubo un acto académico en la Sede de la Conferencia del Episcopado Mexicano, ubicada en la calzada de los Misterios número 26, donde hubo más de una veintena de confesiones religiosas unidas para entrar en diálogo por la paz de México. Bajo el lema: «Qué hermosos son sobre las montañas los pies del mensajero que proclama la Paz» (Isaías 52,7) y la segunda parte fue una plegaria común, donde cada líder religioso oró por la paz en nuestro país desde la Antigua Basílica de Guadalupe.

Nuestro propósito

Al inicio el secretario general de la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM) y, obispo de Cuernavaca, dirigió un mensaje de bienvenida donde expuso que «El Papa Juan XXIII señalaba, como una “exigencia propia del bien común” la “construcción de la paz social”. Sin paz social, el bien común está seriamente comprometido, y sin bien común el futuro de toda población es difícil de imaginar. Y esto me da pie para enmarcar nuestro propósito como grupo interreligioso».

Asimismo el prelado recalcó que «en esta “Jornada interreligiosa por la Paz”, cada uno de nosotros, desde la “especificidad” de su vocación y misión, desde el don para la Iglesia que son los carismas de las comunidades que humildemente representamos, no pretendemos otra cosa que contribuir a la construcción de la paz social en nuestro querido y atribulado México y, por tanto, hacer una contribución generosa para animar a otras personas y grupos, a todos, a realizar, poco a poco y con paciencia, el bien común nacional. Y claro que este es un propósito noble y grande, justo y necesario, digno y merecido».

Que todos tengan vida

«Las reuniones, los mensajes, las acciones y las jornadas por la Paz que “impulsamos juntos”, se encuentran enmarcadas en el “horizonte del bien común” que debemos construir, para que “todos tengan vida y vida en abundancia”, para que la cultura del “descarte y de la muerte” no tengan la última palabra en México para que tengamos futuro», señaló el secretario de la CEM

El obispo de Cuernavaca dijo que «En síntesis, entendemos que lo que nos corresponde hacer son solo tres cosas, a saber:

Primero: Orar insistentemente, “juntos y por separado” incorporando a todos los miembros de nuestras comunidades, para pedir que el Príncipe de la Paz, que es Jesús, nos regale para todo México, este don precioso de la paz.

Segundo: Mostrar ante la sociedad, y sobre todo a las autoridades civiles que conforman el gobierno federal, un frente común para exigir, a estos últimos, “que cumplan su deber señalado” en las propias leyes que rigen a la nación, en el sentido de perseguir el delito, castigar a los delincuentes, erradicar la violencia, garantizar seguridad ciudadana y poner las bases para la paz social.

Tercero: Hacer un llamado permanente a la sociedad en su conjunto, para que bajo ningún motivo apoye o sea cómplice de actividades delictivas como el robo, la extorsión, el secuestro, la venta de estupefacientes, la trata de personas, la corrupción y el narcotráfico. Ni siquiera a baja escala. Sin este insistente llamado de nuestra parte, la sociedad va normalizando, poco a poco y de manera imperceptible, conductas delictivas que escalan hasta convertirse en verdaderas estructuras de pecado social.

La dirección de la paz

«Merece que estos tres propósitos son los que nos convocan, los que nos reúnen y nos llaman a trabajar estrechamente unidos, no sólo por un criterio pragmático de eficiencia o eficacia en la acción, sino, y sobre todo, para ofrecer a México un testimonio de unidad en la diversidad, unidad en la acción en pro del bien común, testimonio que identifique a la población en su conjunto (a nivel civil como religioso), edificación que puede convertirse en la en “punta de lanza” para impulsar una amplia corriente social en la dirección de la paz, la paz que hace posible el bien común, bien común que hace posible el futuro» afirmó el obispo.

«No podemos perder esta oportunidad que no es para nosotros, sino para el país. No podemos perder esta oportunidad para la sociedad en su conjunto tan necesitada de esperanza. No podemos perder esta oportunidad de continuar moviendo conciencias, opiniones y acciones de grupos que, en seguimiento a nuestra palabra, se suman con la certeza que le ofrecemos caminos razonables, posibles y seguros para la paz social» continúo.

Un meta común

«El riesgo es que podemos perder esta oportunidad si decae nuestro ánimo, si nos dejamos vencer por las dificultades, si permitimos que las diferencias de opinión en lo que hay que hacer minen la confianza entre nosotros. Este riesgo existe.»

«Por ello, pido a Dios y pido también a ustedes, no perder el foco, la meta el fin de nuestra acción conjunta. Pido a Dios y pido a ustedes, que nos ayudemos unos a otros a caminar juntos. Pido a Dios y pido a ustedes, que tengamos no que dejamos nuestras acciones con los hilos de la confianza, la solidaridad y la responsabilidad que nos exige el momento presente. Y estoy seguro de dos cosas: que Dios nos acompañe en este caminar; y también que nosotros sabremos estar a la altura de la encomienda.»

«Oremos juntos hermanos, pero también trabajemos juntos con renovado entusiasmo con inteligencia y generosidad que así sea» concluyó Monseñor Ramón Castro Castro.

Una paz en deterioro

Al terminar estas palabras, Karen Castillo Mayagoitia, directora general del IMDOSOC, dio una conferencia sobre proclamar la Paz en México.

La licenciada en teología, Karen Castillo, comentó un estudio del Instituto para la Economía y la Paz (IEP), sobre el Índice de Paz México (IPM) 2022, que señala que la paz en México se ha deteriorado en un 17.1% en los últimos siete años. Sin embargo, en los últimos dos años, la paz en el país ha mejorado en un 3.6%. A esto se debe a la pandemia, ayudando a la reducción de delitos oportunistas, y la solidaridad puesto que ha ayudado al fortalecimiento de redes de acción y atención.

A pesar de algunos avances positivos, muchos indicadores de delincuencia siguen siendo mucho más altos hoy que en 2015. La tasa nacional de homicidios casi se ha duplicado, pasando de 15.1 muertes por cada 100 mil habitantes a 26.6 en 2021.

Nuestros conflictos

Muestra que las estadísticas hablan de que, las muertes atribuidas a los conflictos de cárteles aumentaron de 669 en 2006 a más de 16,000 en 2020. Así como que desde 2016, más de 117,000 personas fueron desplazadas internamente, y al menos 44,905 de esos desplazamientos ocurrieron en 2021. Y que la tasa de delitos con violencia aumentó un 16.2% entre 2015 y 2021, impulsada por el deterioro generalizado de las tasas de violencia familiar y violencia sexual.

El asesinato de miembros de las fuerzas de seguridad, figuras políticas, periodistas, religiosas, sacerdotes, pastores y defensores de Derechos Humanos, son expresión de la confrontación entre la necesidad de violentar y la certeza de generar acciones.

Una repercusión económica

Por su parte la directora del IMDOSOC recalcó que se estima que el impacto económico de la violencia en México fue de 4.9 billones de pesos (US$ 243 mil millones) en términos constantes en 2021, lo que equivale al 20.8% del PIB de México. Así como el impacto económico de la violencia sexual registró el mayor deterioro porcentual de todos los indicadores, aumentando un 16.9% respecto al año anterior. Y que en 2021, el gasto en seguridad pública y el sistema judicial fue igual al 0.63% del PIB, el menor de cualquier país latinoamericano o miembro de la (OCDE).

El camino

Karen Castillo afirmó que «La paz es el camino. La llegada del mensajero de la paz significaba la esperanza de un renacimiento de los escombros de la historia, el comienzo de un futuro prometedor.

Para salir de los escombros que representan las cifras de nuestra realidad de pobreza y violencia, así como de los discursos de normalización de la violencia, necesitamos que el mensaje se proclame, se posicione en el espacio público, y tome fuerza desde las acciones. Que el diálogo interreligioso valide que otra realidad es posible».

La paz y los católicos

Por su parte, el presidente de la Dimensión Episcopal para el Diálogo Interreligioso y Comunión, así como también obispo de San Cristóbal de la Casas, Monseñor Rodrigo Aguilar Martínez, expuso lo que la Iglesia Católica en México ya realiza a favor de la paz.

El prelado afirmó que «el corazón del Reino de Dios es el ‘shalom’, la paz. La paz es el don de amor de Dios por excelencia, es una Persona, es Jesucristo mismo. La paz es una tarea y un compromiso para todas las personas, en la vida de cada día, para combatir todas aquellas situaciones de corrupción, impunidad e ilegalidad que generan violencia y restablecer las condiciones de justicia, igualdad y solidaridad que construyen la paz».

«Estamos promoviendo o aceptando encuentros con diversas iglesias e instituciones para hacernos conscientes y asumir nuestra responsabilidad ante los muy variados signos de violencia: pobreza degradante, falta de oportunidades para un desarrollo integral; crisis de legalidad -la ley no como norma para cumplirse, sino para negociarse; la corrupción e impunidad-; ruptura del tejido social: fragmentación, individualismo, apatía; crisis moral: cultura de muerte; no respeto a la vida, a la integridad, egoísmo» recalcó el obispo de San Cristóbal.

«Debemos rescatar y promover la dignidad de todo ser humano: niños y ancianos, varones y mujeres, pobres e indígenas, promoviendo la responsabilidad social y el bien común. Impulsar a la reconciliación con Dios y la reconciliación fraterna; despojar de su carga bélica toda forma de expresión o acción, empezando por la propia familia» dijo el presidente del CEDIC.

Construyendo la paz

Monseñor Rodrigo Aguilar propuso las siguientes acciones:

  1. Incrementar la oración: por los que sufren extorsión, los desaparecidos y asesinados; por sus familias que padecen esta situación; por los niños y jóvenes que son capturados para el crimen organizado; por los actores de violencia, para que se conviertan; por todos, para que seamos más constructores de paz con nuestras palabras y acciones.
  2. Promover la Plataforma enciende una luz: ingresando a www.cem.org.mx en la sección enciende la luz por México y escribiendo el nombre del familiar que fue desaparecido o asesinado, narrando su historia con la esperanza de resignificar el dolor en vida y justicia para México; adoptar estos rostros en la oración personal y comunitaria por el resto del año.
  3. Impulsar y reconstruir el sentido comunitario de nuestras comunidades: dialogar y colaborar con la sociedad civil, con el espíritu ecuménico e interreligioso y con los organismos nacionales e internacionales; apoyar y acompañar las causas indígenas en el cuidado, protección y promoción de sus riquezas naturales, de su territorio y su cultura; apoyar la fundación de centros de derechos humanos en las comunidades cristianas, de manera que se fortalezca el estado de derecho en nuestro país; recibir con caridad, acompañar, defender los derechos e integrar a los hermanos y hermanas migrantes que transiten o deseen permanecer con nosotros; fomentar el sentido de responsabilidad civil de los ciudadanos.
  4. Procurar conversatorios por la paz: Diálogos de las preocupaciones cotidianas que atentan contra la paz; diálogos por la justicia y la reconciliación para la paz, llamado a las iglesias, universidades, empresarios, organizaciones sociales, asambleas vecinales, colectivos juveniles a realizar foros encaminados a construir la paz.
  5. Organizar un Encuentro Nacional: Que integre la diversidad de actores sociales, políticos, económicos y religiosos, con el objetivo de dialogar sobre las transformaciones que México necesita para construir la paz y la creación de una red nacional de paz que articule las instancias, fortalezca las capacidades locales y construya una agenda nacional, mejore el sistema de justicia y se avance en una seguridad ciudadana y un desarrollo integral.

El reto

«En el contexto de esta jornada, me complace corroborar que está habiendo encuentros de diálogo ecuménico e interreligioso a nivel nacional y por regiones y provincias que incluyen a los estados de la república. Llegamos con la satisfacción de que no venimos con las manos y el corazón vacíos, pero con el reto de que necesitamos avanzar mucho más» concluyó monseñor Rodrigo Aguilar.

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