Misterios de la Biblia
La Sagrada Escritura dice que, luego de formar a Adán, “plantó Yahveh Dios un jardín en Edén, al oriente, donde colocó al hombre que había formado” (Génesis 2, 8).
Adán no habría sido creado entonces en el Edén sino en otro sitio que la Biblia no revela; en cambio Eva sí nació en aquel lugar según se desprende de Génesis 2, 21-26.
Hay dos teorías sobre la palabra Edén. La primera, que tiene su origen en el hebreo ‘Kden, que significa “delicia”. La segunda, que proviene del sumerio Edin, que significa “planicie”. El hecho es que el término se tradujo de la Biblia hebrea a la Biblia griega como Parádeisos (Paraíso en castellano), palabra que hace referencia no a un jardín salvaje sino a uno cultivado, cuidado y cercado.
La Escritura habla de su ubicación: “De Edén salía un río que regaba el jardín, y desde allí se repartía en cuatro brazos. El uno se llama Pisón: es el que rodea todo el país de Javilá, donde hay oro (…). El segundo río se llama Guijón: es el que rodea el país de Cus. El tercer río se llama Tigris: es el que corre al oriente de Asur. Y el cuarto río es el Éufrates” (Génesis 2, 10-14).
A causa de los ríos Tigris y Éufrates muchos suponen que el Edén estuvo en lo que hoy es Iraq; otros, que más bien en el norte Irán. Hay arqueólogos que teorizan que el río Karun, que nace en Irán, es el bíblico río Guijón; otros, que la fuente del Guijón nace en Jerusalén, así que ahí debió estar el verdadero Edén; mientras otros suponen que tal río es de Armenia o la India. Hoy se sabe que Cus era Etiopía, pero del río Pisón y Javilá no se tienen indicios.
La Biblia enseña que Dios, “habiendo expulsado al hombre, puso delante del jardín de Edén querubines, y la llama de espada vibrante, para guardar el camino del árbol de la vida” (Génesis3, 24).
¿Qué tiene que ver esto con nosotros?
Según la doctrina de los Padres de la Iglesia, el Paraíso terrenal se conserva hasta el presente. Entonces, si existe, ¿por qué no lo vemos? Parece que la beata Ana Catalina Emmerick tiene la respuesta: ella vio que, mientras Adán y Eva, eran expulsados de ahí, “el Paraíso terrenal, detrás de ellos, se alejaba y subía a lo alto, como una nube”.
En el Paraíso se hallaba el árbol de la Vida (Génesis 2, 9). Jesús equipara el Paraíso con el Cielo: “Hoy estarás Conmigo en el Paraíso” (Lucas 23, 43). En el Cielo se encuentra la Ciudad Santa o Nueva Jerusalén, la cual bajará a la Tierra renovada en el reino mesiánico (Apocalipsis 21, 1-3). En la plaza de la Nueva Jerusalén hay árboles de Vida (Apocalipsis 22, 2). Luego entonces, aún hay un designio futuro para el Paraíso terrenal con relación a los hombres.
Publicado en la edición semanal impresa de El Observador del 7 de agosto de 2022 No. 1413