Misterios de la Biblia

Ésta es primera vez que se menciona a los “hijos de Dios” en la Biblia: “Cuando comenzaron a multiplicarse los hombres sobre la tierra y tuvieron hijas, viendo los hijos de Dios que las hijas de los hombres eran hermosas, tomaron de entre ellas por mujeres las que bien quisieron” (Génesis 6, 1-2). Se trata de uno de los misterios sin resolver de la Biblia; muchos exégetas opinan que alude a ángeles, aunque serían ángeles caídos; incluso el término nefilim (de Génesis 6, 4), que designa a algo así como una raza híbrida de descendientes de estos “hijos de Dios”, significa “los caídos”.

También se habla de los ángeles como “hijos de Dios” en Job 1, 6; Salmo 29, 1 y Salmo 89, 7.

El término puede referirse al pueblo de Israel: “El Altísimo (…) fijó las fronteras de los pueblos, según el número de los hijos de Dios” (Deuteronomio 32, 8); “Así habla Yahveh: Israel es mi hijo, mi primogénito” (Éxodo 4, 22). Luego se empleó para referirse a la dinastía davídica como imagen (imperfecta) del Rey ideal, o sea el Mesías: “Consolidaré el trono de su realeza para siempre. Yo seré para él Padre, y él será para Mí hijo” (II Samuel 7, 14).

El Nuevo Testamento da la nueva y definitiva forma de entender a los “hijos de Dios”; son los que creen y aceptan a Cristo como su Señor y Salvador: “A cuantos Le recibieron les dio el poder de venir a ser hijos de Dios, a aquellos que creen en su Nombre” (Juan 1, 12); “Todos, pues, sois hijos de Dios por la fe en Cristo Jesús” (Gálatas 3, 26).

¿Qué tiene que ver esto con nosotros?

Hoy se habla mucho de “fraternidad universal”, un ideario de la masonería. San Pío X ya advertía, el 25 de agosto de 1910 que se trata de una “seductora confusión de palabras”, basada “en una dignidad humana mal-comprendida”, encaminada a edificar “una religión más universal que la Iglesia católica”, y que es parte “del gran movimiento de apostasía”.

Vivir todos como hermanos sería, desde luego, muy bueno; pero la fraternidad implica que se tiene un padre común, y eso aquí sólo es posible mediante la conversión a Jesucristo, pues no se puede afirmar bíblicamente que todos los humanos sean hijos de Dios. Por ejemplo, Jesús, dijo a los fariseos: “Vosotros tenéis por padre al diablo” (Juan 8, 44).

San Francisco de Asís, en su Cántico de las Criaturas, habla de una hermandad que alcanza incluso al sol, la luna, la tierra, etc., dado que toda criatura es obra de Dios y refleja algo de su Creador. Pero se trata de un poema, es decir, de un género literario que utiliza lenguaje figurado; no es ni pretende ser una obra de teología. Sin embargo, el ecologismo radical ha llevado el error de la masonería a un nivel más alto, pretendiendo una especie de hermandad entre todos los seres animados, donde hombre y animal valen lo mismo.

Publicado en la edición semanal impresa de El Observador del 23 de octubre de 2022 No. 1424

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