Por Rebeca Reynaud
Las palabras que mejor nos suenan a los humanos son “te amo, te conozco, te aprecio, te valoro, me interesas tú y lo tuyo”.
La pasión parece que lo dice todo, pero se queda corta, pertenece al amor, ciertamente, pero se queda corta. Sin despreciar la efervescencia del amor, hay que subir de nivel, al nivel de la generosidad, la cordialidad, la fidelidad. “Te quiero por lo que eres, no sólo por lo que tienes”. Esa es la razón suprema.
Un ser humano desarrolla naturalmente sus poderes físicos; pero también posee poderes espirituales que pueden no desarrollarse cuando se queda en el plano horizontal, es decir, cuando no mira para arriba.
El que se mueve por lo que le apetece, por la pasión o en confort en realidad no se mueve, es movido. Algunas decisiones nos desarrollan; otras, nos hacen retroceder. No somos personalidades estáticas sino en evolución. Querámoslo o no, cambiamos para bien o para mal. Lo que básicamente provoca el cambio son nuestras decisiones, cuando decimos Sí pudiendo decir “no”, o cuando decimos “no” pudiendo decir que Sí. Somos personas que encuentran disyuntivas, cada decisión supone una disyuntiva, por eso es vital descubrir las consecuencias que las decisiones traen consigo. Porque las elecciones, como los caminos, no son indiferentes, dejan huella.
Aquellos que sostienen que no debe de haber límites en la actividad sexual están en peligro de perder la libertad de amar, y también su libertad total. Al decir Sí al imperioso instinto sexual y al menor dictado del instinto, pierden su capacidad para decir que No. Y el hombre ya no es libre cuando es incapaz de decir No.
Si nos gusta el “te amo” a los seres humanos, ¿cuánto más le gustará a Jesús, que se hizo Hombre, es decir, uno de nosotros? Y así se lo explica a la mística italiana, Luisa Picarreta: Estaba rezando, decía Luisa, y quería girar por todas partes para encontrar el “Te amo” Supremo, quería poseer la fuente del verdadero “Te amo” para tenerlo en cada acto, en cada movimiento, en cada latido, respiro mío, por cada “Te amo” del mismo Jesús. Iba repitiendo en todas partes, y sobre cada cosa, el estribillo “Te amo” para mi Supremo Señor. Mientras esto hacía, Jesús me dijo: “El Te amo es todo, el Te amo es veneración, estima, es heroísmo, sacrificio, confianza. El Te amo es poseer a aquel que encierra el Te amo. El Te amo es una palabra pequeña, pero pesa todo lo que pesa una eternidad. El Te amo, dirigido a Dios, encierra todo y abarca a todos. Se eleva hacia lo alto, desciende hasta lo más bajo, se imprime donde quiera y no se detiene jamás. Su origen es eterno, en el Te amo mi Padre celestial me generó. Y del Te amo procedió el Espíritu Santo. En el Te amo el “hágase” eterno hizo toda la creación. Y en el Te amo perdonó al hombre culpable y lo redimió.
En el Te amo el alma encuentra todo en Dios, y Dios encuentra todo en el alma. Por eso el Te amo está lleno de vida… Supera todo y triunfa sobre todo. Por eso quiero ver este Te amo dirigido a Mí sobre tus labios, en tu corazón y en el vuelo de tus pensamientos, en tus penas y en tus alegrías… en todo. Y mi amor pondrá en ti el sello de lo divino (cfr. Luisa Picarreta vol 17, Agosto 2 de 1925).
Y sigue hablando Jesús a Luisa Picarreta: Hija mía, el te amo es todo, es amor, veneración, estima, es heroísmo sacrificio y es confianza hacia quien es dirigido; el te amo es poseer a Aquél que encierra el te amo El te amo es una pequeña palabra, pero pesa cuanto pesa la eternidad. El te amo encierra todo, abarca a todos, se difunde, se estrecha, se eleva en aldo, desciende hasta lo más bajo, se imprime donde quiera, pero jamás se detiene. Su origen es eterno. En el te amo mi Padre celestial me generó, y del te amo procedió el Espíritu Santo. En el te amo el Fiat (hágase) eterno hizo toda la creación, y en el te amo perdonó al hombre culpable y lo redimió; así que en el te amo el alma encuentra todo en Dios y Dios encuentra todo en el alma, por eso el valor del te amo es infinito, está lleno de vida, de energía, no se cansa jamás, supera todo y triunfa sobre todo; por eso quiero ver este te amo dirigido a Mí sobre tus labios, en tu corazón, en el vuelo de tus pensamientos, en las gotas de tu sangre, en las penas y en las alegrías, en el alimento que tomas, en todo. La vida de mi te amo debe ser larga, larga en ti, y mi Fiat que reina en ti pondrá el sello del te amo Divino. (Cfr. Libro del Cielo, vol. 17-54).
Publicado en la edición semanal impresa de El Observador del 9 de octubre de 2022 No. 1422