Misterios de la Biblia

El relato bíblico sobre las ciudades de Sodoma y Gomorra y su destrucción aparece en los capítulos 18 y 19 del Génesis. Dios hace saber a Abraham que va a acabar con estos poblados, pues:

“El clamor de Sodoma y de Gomorra es grande; y su pecado, gravísimo” (Génesis 18, 20)

Abraham pide al Señor que no permita la destrucción de los justos a causa de los pecadores, y Dios promete que si encuentra 50 personas buenas en Sodoma, la ciudad donde vivía Lot, sobrino de Abraham, no será destruida. El patriarca regatea hasta quedar en diez justos como cifra mínima; pero, al no haberlos, finalmente las ciudades en cuestión son destruidas: “Entonces Yahveh hizo llover sobre Sodoma y Gomorra azufre y fuego (…) y arrasó aquellas ciudades” (Génesis 19, 24-25).

Muchos han negado la existencia de éstas, diciendo que el relato es un mito o que falta evidencia arqueológica. Pero el arqueólogo Steven Collins localizó al noroeste del Mar Muerto, en Jordania, ruinas de una ciudad muy grande y amurallada que quedó destruida alrededor de los siglos 18 y 19 a.C., coincidiendo por su ubicación, datación y aspecto, con Sodoma. A ese lugar hoy se le llama Tall-el-Hammam, y muestra múltiples capas quemadas.

Hoy se sabe que, al entrar repentinamente un meteorito a la atmósfera, estalló en multitud de fragmentos sobre Tall-el-Hammam o Sodoma, acabando al instante con todo ser vivo, pues la temperatura alcanzó hasta los 2 mil grados centígrados, además de que el impacto destruyó casi todas las estructuras de adobe. Algunos investigadores estiman que habría entre 40 mil y 65 mil personas habitando esa zona cuando cayó el meteorito.

¿Qué tiene que ver esto con nosotros?

Dios, creador de todo, es también el inventor de las leyes de la naturaleza; por eso lo ordinario es que Él permita que los acontecimientos operen bajo dichas leyes; la de la inercia, de la gravedad, de la energía, de la acción y reacción, de la termodinámica, etc., están todas ligadas a nuestra vida diaria, y lo mismo a los temblores, los huracanes, las erupciones volcánicas, los tornados, la caída de asteroides, etc.

Pero como Dios es Todopoderoso, puede intervenir pasando sobre dichas leyes en favor de los que lo aman y reconocen como su Señor. Ahí está el caso de Lot y su familia, a quienes Dios envía dos ángeles para ponerlos a salvo saliendo de la ciudad (Génesis 19, 12-23). Y si hubiera habido al menos diez justos, el Altísimo habría impedido que el meteorito destruyera Sodoma y Gomorra.

Publicado en la edición semanal impresa de El Observador del 9 de octubre de 2022 No. 1422

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