Madrecita mía de Guadalupe, madre de Jesucristo verdadero Dios, vengo a ti como hijo amado a visitarte, a poner todos mis pesares y alegrías delante de ti.
Las cosas buenas que nuestro Padre Dios nos ha dado las agradecemos, las cosas difíciles y dolorosas también, pero te pedimos que nos cubras con el manto de tu intercesión para que las cosas tristes, como la enfermedad, las peleas y carencias económicas pasen y podamos vivir contentos sirviendo a Dios, a Ti y a nuestros hermanos. Amén.
Publicado en la edición semanal impresa de El Observador del 11 de diciembre de 2022 No. 1431