EDITORIAL

En el vuelo de regreso del viaje al Congo y Sudán del Sur, el papa Francisco habló de un tema que se ha convertido en arma arrojadiza entre quienes lo atacan: la muerte de Benedicto XVI y las “revelaciones” de personas cercanas a él.

Francisco nos ha dado una lección de vida cristiana. Primero, que no debemos “instrumentalizar” a ninguna persona y segundo, que quien lo hace es gente de algún partido, pero no de la Iglesia.

Los partidos tienen una ideología definida. La defienden a capa y espada. Los que no piensan en la misma dirección, al paso del tiempo, se vuelven enemigos. En la lucha por el poder a quienes ya no pueden defenderse, a las personas que mueren, tanto como a los adversarios, se les utiliza como objetos.

Así fue parte de la respuesta del Papa a la pregunta del periodista Alexander Hecht, de ORF TV: “Creo que la muerte de Benedicto ha sido instrumentalizada por personas que quieren llevar agua a su propio molino. Y los que instrumentalizan a una persona tan buena, tan piadosa, casi diría un santo padre de la Iglesia, diría que son gente sin ética, son gente de partido no de la Iglesia… se ve por todas partes, la tendencia a convertir las posiciones teológicas en partidos…”.

Hoy que tanto se habla de diálogo, comencemos por no “instrumentalizar” ni a los muertos ni a los vivos que piensan diferente. Es el principio del diálogo verdadero: el que busca la verdad por encima de la ideología, de sus intereses, aunque sean legítimos.

Publicado en la edición semanal impresa de El Observador del 12 de febrero de 2023 No. 1440

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