MI VOCACIÓN ES EL AMOR
El proceso de enfermedad mental que sufrió su padre, san Luis Martin, fue el que desencadenó la visión de Cristo sufriente. Como Jesús, el padre de Teresita había ofrecido su ser por los pecadores y por sus hijas. Una ocasión se marchó de su casa y no se supo dónde estuvo hasta cuatro días más tarde. Ver a “su Rey” en ese estado, aunado a la devoción que en el siglo XIX se había extendido por la Santa Faz (la imagen de Cristo camino al Calvario estampada en el lienzo de la Verónica) hicieron que añadiera a Teresa de Jesús la Santa Faz el 10 de enero de 1889, cuando tomó el hábito en el convento de las carmelitas descalzas de Lisieux. A su alegría quiso añadir, desde ese mismo momento, la imagen del dolor y el sufrimiento ofrecido por la expiación de los pecados del mundo y por la salvación de las almas, como Jesucristo lo hizo, y como su padre también lo padeció.
10 de enero de 1889: (Firma por primera vez: Sor Teresa de Jesús y de la Santa Faz): Y escribe en el Manuscrito A: “Hasta entonces no había yo medido la profundidad de los tesoros escondidos en la Santa Faz.
Esta Semana Santa, ¿podríamos nosotros meditar en los “tesoros” escondidos en la Santa Faz de Nuestro Señor Jesús?
Publicado en la edición semanal impresa de El Observador del 12 de febrero de 2023 No. 1440