Santa Teresita: una luz en la noche oscura
MI VOCACIÓN ES EL AMOR
A veces confundimos la santidad a la que estamos llamados como si fuera algo sobrenatural, algo reservado a seres excepcionales, mujeres y hombres capaces del más grande de los martirios, el martirio de la sangre. La pequeña Teresa sabe muy bien que santo es aquel que cumple la Voluntad de Dios. Y ese cumplimiento es posible para cualquiera de nosotros. De hecho, la santa de Lisieux lo contempla como algo “natural”.
Jesús se dignó instruirme acerca de este misterio. Puso ante mis ojos el libro de la naturaleza, y comprendí que todas las flores creadas por él son bellas, que el brillo de la rosa y la blancura de la azucena no le quitan a la diminuta violeta su aroma ni a la margarita su encantadora sencillez…. Comprendí que, si todas las flores pequeñas quisieran ser rosas, la naturaleza perdería su gala primaveral, los campos ya no se verían esmaltados de florecillas,
Lo mismo acontece en el mundo de las almas, que es el jardín de Jesús. Él ha querido crear santos grandes, que pueden compararse a las azucenas y a las rosas, pero ha creado también otras más pequeñas, y estas han de conformarse con ser margaritas o violetas, destinadas a recrear los ojos a Dios cuando mira al suelo. La perfección consiste en hacer su voluntad, en ser lo que él quiere que seamos…
El genio de Teresita en pleno: como en la naturaleza, el amor de Dios se revela en la sencillez de quien no le opone resistencia: del alma (o la florecilla) porosa a su Gracia y adecuada a su condición de pequeñez frente a su grandeza.
Publicado en la edición semanal impresa de El Observador del 9 de abril de 2023 No. 1448