Por Tomás De Híjar Ornelas, Pbro.

“El gobierno y el militarismo son instituciones aliadas. Al militarismo lo mismo le da que el que mande sea Rey, Emperador o Presidente. Su misión es sostener en el poder a todas las tiranías”. Librado Rivera

Si en su tiempo la frase “Imperio Azteca” nadie la hubiera usado ni entendido, que en el nuestro siga vigente sólo denota ignorancia supina del caso, no menos que desconocer que en la cultura / civilización náhuatl, la unidad fue el calpullien el sentido sociológico de ‘clan’, pero con un sentido miliciano, que no es sinónimo de ‘militar’ pero sí (siempre en el caso de varón), apto o dispuesto para servir en cuadros militares y recibir desde siempre tal entrenamiento.

Una buena definición del mismo sería “conjunto de familias con ascendencia común que poseía tierras comunales, un gobierno interno y una escuela de formación para guerreros jóvenes” y por extensión a ello, “extensión de tierra comunal”, pero no a la inversa. Si entendemos que la organización social de los mexicas fue la de un régimen militar –a semejanza, por ejemplo, de los espartanos–, nos será fácil entender nuestro calpulli en los términos aludidos, como unidad militar, que lo mismo puede ser un escuadrón que la militancia bajo la misma bandera.

Cada unidad territorial y administrativa estaba a cargo de un tecuhtli y las fronteras de dicho territorio divididas en dos secciones, la de mayor peso demográfico y las tierras de uso común, destinadas al cultivo de hortalizas, de la milpa y de huertos familiares, las chinampas.

Los calpulli –nosotros diríamos ‘barrios’– del altepetl Tenochtitlan se dividieron en cuatro sectores o barrios grandes denominados campan, con salidas de la laguna de Texcoco a la tierra firme a través de calzadas, y en unidades más pequeñas a los barrios, los tlaxilacalli o barrios chicos, compuesto cada por varias chinampas. Los vecinos de los tlaxilacalli mantenían sus vínculos ocupando una vivienda, a través de relaciones étnicas o de oficios comunes, y la etimología de sus topónimos no podía ser más poética: Cuepopan (Donde se abren las flores), Atzacualpa (Casa de las Garzas), Moyotlan (Lugar de mosquitos) y Teopan (Barrio del dios).

 

Publicado en la edición semanal impresa de El Observador del 9 de abril de 2023 No. 1448

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