Un misionero cuya labor y devoción lo llevó a trabajar en la Sierra Gorda de Querétaro, en donde enseñó y dio forma a los talentos de los indígenas.
Ejercer un gobierno teocrático en un lugar que, por más de 200 años, no pudo ser objeto de evangelización y civilización y, más aún, haber logrado esto último en poco más de 8 años, refiere sin duda a una persona que es un verdadero líder, un hombre persistente que debió tener una voluntad férrea y mucho carácter.
San Junípero Serra fue un fraile que obtuvo doctorado en teología, que era maestro de novicios en su natal Mallorca, pero de una salud endeble, cosa que nunca lo limitó a seguir siempre adelante y lograr sus objetivos: la evangelización, el progreso y el crecimiento de su comunidad.
Con la enseñanza de cómo impulsar aquellas cooperativas sociales del medievo, donde la comunidad se volcaba en aprender oficios, trabajar la tierra y sumar recursos para mejorar el nivel de vida de todos, es que el padre Serra propone y aterriza en la Sierra Gorda un sistema que formara parte del concepto de las misiones en general. Todo con el objetivo de generar variados talleres para la formación de maestros herreros, albañiles, carpinteros, la formación de aquellos que quisieran trabajar la tierra y darle forma, o para quienes quisieran aprender a domesticar ciertos frutos de la tierra, la cría del ganado y poderlo transformar en alimentos. Además de la elaboración del pan y los quesos por citar solo algunos ejemplos que, justamente, a partir de un esquema de misión y de fundación de un pueblo en forma, va dando concentración de la población indígena, van surgiendo los talentos y las vocaciones ocultas en estos indios que comenzaban a abrazar la palabra de Dios y aprendían sus nuevos talentos que se despertaban, provocados estratégicamente, por la persuasión de Serra en obtener la ayuda de todos para la edificación de su templo pero también de su pueblo. Logró la unificación de un pueblo que iniciaba su exitosa presencia en el mapa de la Nueva España, pero ya con otro tópico y visión.
Junípero Serra llevó a los pames a comerciar en Xilitla y otros pueblos.
Provocó en ellos el conocimiento de negociar y defender sus trabajos, como los textiles que las mujeres bordaban y elaboraban derivado de la enseñanza que, también, venía de los frailes.
En Universidad del conocimiento se convirtieron las misiones que entonces retomaba fray Junípero con una enorme convicción de despertar en la Sierra Gorda lo que sus hermanos agustinos, dominicos y francisanos, por 200 años, no pudieron lograr. Faltaba temple, voluntad y persuasión, así como creatividad para saber obtener la participación de los pames y, así, triunfar en su proyecto verdaderamente transformador. Pero no debemos soslayar el mejor antídoto que uso San Junípero Serra: el gran amor y paciencia que dispensó a sus indígenas ante todo y por encima de todo.
Los soldados de Dios, que como Serra y otros frailes que le acompañaron asistieron a la región serrana, se comprometieron con su causa y jalaron fondos que directamente el Virrey aprobó, sin mayor reparo, para poder quitar ese manchón de gentilidad del mapa de la Nueva España y así lograr las majestuosas misiones. Además de crear los oficios y aprendices mencionados, sin dejar de lado que formó actores, músicos, y talentos que, derivados de la liturgia y la tradición religiosa, se requerían.
Junípero Serra no omitió las posadas, las fiestas de culto sobre los días santos, así como otros más que obligaban a la necesidad de seguir creando grupos específicos de atención a cada tema que se menciona escuetamente aquí, pero que hoy los vemos tan normales. En esos años eran absolutamente nuevos y obligados de ser aceptados por una cerrada comunidad indígena, que poco a poco logró adoptarlos y hacerlos su forma de vida. Fray Junípero Serra conjugó dos verbos de manera excepcional: ¡evangelizar y civilizar!
Con información de José Niembro Calzada, director del Museo de Arte Sacro de Querétaro: www.museodeartesacroqro.org
Publicado en la edición semanal impresa de El Observador del 27 de agosto de 2023 No. 1468