Jorge Traslosheros Hernández es historiador de muy larga data. Se ha especializado en historia judicial de la Iglesia Católica en la Nueva España; en el tema de los tribunales eclesiásticos, la justicia y la sociedad en la época virreinal así como persona y justicia en la historia, sobre todo en temas derivados de la protección de la persona y de la vida. Actualmente es profesor e investigador del Instituto de Investigaciones Históricas de la UNAM.

Por Maité Urquiza / Jaime Septién

–Sobre la historia que nos cuentan de México, ¿qué le sobra y qué le falta?

Le sobran muchas mentiras y le falta mucha verdad. Lo que le sobra es ideología. La versión oficial, a falta de una idea política clara, empezó a utilizar la historia de México como instrumento ideológico, sobre todo después del triunfo liberal. En el siglo XIX había que condenar el pasado virreinal para hacer lucir el México independiente; condenar a los conservadores para hacer lucir a los liberales y así nos la hemos llevado.

–Nos hemos acostumbrado a no creerla…

… claro, porque la historia que nos cuentan es profundamente ideológica, totalmente de bronce. Han hecho malabares, han convertido una guerra civil totalmente sanguinaria en una revolución; a un violento, violador, barbaján y criminal como Pancho Villa en héroe nacional.

–Desde luego hay otros “sobrantes” y otros “faltantes” en nuestra historia oficial, ¿no es así?

Lo que le sobra es ideología y lo que le falta a esa historia oficial es la verdad. Se trata de narrativa política, discurso político.  Por lo tanto no es historia. No tenemos una historia completa; una historia que, por lo menos en el contexto político, cuente de manera fidedigna lo que realmente pasó.

–¿Conocemos nuestra historia?

En México somos profundamente ignorantes de nuestra historia. Tan profundamente ignorantes que nos podemos tragar el cuento de buenos contra malos, de liberales y conservadores, de que ahora sí viene una cuarta transformación, es decir son narrativas políticas y puesto que no conocemos la historia pues nos tragamos cualquier narrativa política. El problema del conocimiento histórico en México es ése. Ahí está un problema realmente central.

–Si tú tuvieras que definir la historia de México en un párrafo, ¿cómo la definirías?

La historia de México es como la epopeya de una sociedad civil frente a una clase política mediocre. Desde que México es independiente y básicamente desde el siglo XIX, yo diría que tenemos una epopeya civil frente a una clase política enana.

–¿Cómo es eso?

Les contesto con una serie de preguntas: ¿Por qué México sobrevive a la guerra de invasión de Estados Unidos? ¿Por qué México sobrevive a las guerras civiles fratricidas permanentes en lo que después se conoció como liberales y conservadores y en realidad eran camarillas? ¿Por qué logra sobrevivir a una revolución brutal como es la Revolución Mexicana, a una persecución religiosa de 24 años (en la que la Cristiada fue el momento dramático pero no el único: la persecución religiosa fue mucho más larga)? ¿Por qué logramos sobrevivir a las locuras de la clase política en la decadencia del PRI? ¿Por qué estamos logrando sobrevivir a la locura del obradorismo?

–Sí, ¿por qué?

Porque tenemos una sociedad civil fuerte que está profundamente amenazada ahorita, no solamente por una clase política enana sino porque esa clase política ha dejado crecer al crimen organizado. ¿Cómo logramos sobrevivir a ese Estado paralelo que ya son los criminales, cobran impuestos, matan gente, deciden, son los señores de la guerra, son los señores de la tierra?  De nuevo, porque tenemos una sociedad civil que tiene ganas de salir adelante, que tiene ganas de sobrevivir y aquí la impronta de la Iglesia, de este catolicismo tan arraigado en las comunidades que sí juega un papel muy, muy importante. Somos entonces la epopeya de una sociedad civil frente a una clase política enana y depredadora.

–¿Cuáles son, en tu opinión, los grandes errores que hemos cometido y, en contraposición, los grandes aciertos a los que deberíamos aferrarnos para construir un presente y un futuro mejor?

Yo creo que el primer error que hemos cometido como sociedad es pensar que la solución viene de la clase política. Pensar que las soluciones a los problemas nacionales vienen de los políticos o de la clase política, eso es un error monumental. Porque son gente falible, simplemente por eso.

–Estamos esperando siempre un “salvador”, ¿no es cierto?

Volvemos al mito de Quetzalcoatl, tiene que llegar la persona elegida para resolver los problemas de la Patria y eso es un error monumental pero está alimentado por la clase política: “qué ilusión ser Presidente y volverse un Quetzalcoatl”. Ya no digamos lo que está pasando ahorita. Como sociedad hemos dejado crecer el círculo vicioso de la impunidad y la corrupción. La impunidad genera corrupción y la corrupción genera impunidad y este es el remolino en el cual estamos metidos en México.

–Le damos demasiado valor a los pillos…

… todos los criminales, hablemos de la clase política, de la clase empresarial, de los criminales de oficio, logran salir adelante en sus fechorías y ganar muchísimo poder por el ciclo de la impunidad y la corrupción. A tal grado de que hemos hecho del gandalla el héroe popular. Si a mí me roban la cartera y llego a un lugar y digo “chin me acaban de robar la cartera”, me van a decir: “qué tonto eres, ¿dónde te metiste? Perdón, eso es una revictimización. Pero esta cultura que alaba al gandalla no es que alabe a unos gandallas y a otros no, es que va a alabar a cualquier gandalla, es la cultura del violador, del abusador ese es el héroe popular.

–Nos ganaron un espacio cultural importante y no solamente el crimen…

Por supuesto que sí, pero tenemos toda una generación de cineastas, de literatos que no han hecho más que la entronización del gandalla, las narcoseries, y una clase política que se ufana a sí misma de ser transa. Tenemos un Presidente, no es que sea muy popular, es igualmente popular que los demás, pero que todas las mañanas canta las loas de cómo él viola la ley y sigue gozando de una enorme popularidad. Yo creo que ahí está el error que podemos cometer.

–Cuál es el acierto en esta coyuntura que tú ves?

Un despertar de la sociedad civil. Una sociedad que ya entendió, que ha entendido y que sigue entendiendo que la solución a los problemas de México está en ella misma, no en la clase política. La organización de la sociedad civil que sea capaz de conducir procesos políticos; como de manera sorprendente está sucediendo ahora en el llamado Frente Amplio por México. No podemos vivir sin los partidos políticos, son parte del sistema político pero no significa que se liberen cheques en blanco como ha pasado en los últimos veinte, treinta años. Ese es un acierto y creo que debemos aferrarnos a ese acierto.

–Entonces, para remarcar este punto, ¿las soluciones a los problemas de México están en manos de la sociedad civil?

No podemos pasar por alto que el esfuerzo por construir una dictadura de partido  o unipersonal aquí en México por el actual grupo gobernante que ha pasado por desmantelar y por atacar a las organizaciones de la sociedad civil. Con excepción del crimen organizado. Lo cual nos habla muchísimo de todo esto.

–¿Puedes decirnos cuales son los “clichés” sobre México, los mexicanos, los indígenas, los de arriba o los de abajo que debemos quitarnos de encima para poder vivir la amistad social?

Estamos llenos de clichés. Yo creo que uno de los clichés que se ha construido en los últimos años es que el que trabaja y a través de su trabajo tiene éxito, es corrupto y por lo tanto merece la venganza social.

El otro cliché es que el que transa y avanza merece la calidad de héroe popular, héroe social, es un vivillo, es inteligente, es astuto. Concomitante con estos dos clichés está el que los ricos son malos y los pobres son buenos pero al mismo tiempo roban porque son pobres. Entonces ahí hay una contradicción y el cliché de porque es pobre, roba.

–¿Hay muchos más?

Hay uno que nos tenemos que quitar de encima y es que el mexicano es enano, el mexicano es flojo, el mexicano es desmadroso, que tenemos el mejor México migrando al norte y allá prosperan porque tienen oportunidades. No es que el actual grupo gobernante haya creado el cliché de fifís contra pobres, el pueblo bueno, los conservadores malos. No esos ya estaban ahí, lo que han sabido es generar una narrativa exitosa, que exalta el hígado, obnubila la inteligencia y la lleva adelante.

–Hablas del discurso de odio: ¿Qué tan peligroso es?

Es muy peligroso porque genera crímenes. Eso es lo que debemos quitarnos de encima. El discurso que alimenta y fortalece el deseo de venganza social por un lado, y por otro, el discurso contrario que es que el pobre es pobre porque es flojo porque no quiere trabajar. Eso no es propiamente un cliché social pero sí es un cliché de una clase empresarial sin lugar a dudas.

Finalmente, Jorge, ¿qué podemos hacer como católicos y como ciudadanos conscientes de lo que se nos viene encima?

Tenemos que aprender a construir la paz desde la pequeña comunidad. Esa ha sido la estrategia del cristianismo a lo largo de toda la historia. Y construir la paz en la pequeña comunidad implica empezar a desmontar clichés.

El que roba es una mala persona, el que abusa de los demás es una mala persona, en fin, el que viola la ley es una mala persona. Necesitamos una cultura de la legalidad, una cultura de la solidaridad. Y como Iglesia tenemos los medios. Tenemos la posibilidad de hacerlo, sin lugar a dudas.

 

Publicado en la edición semanal impresa de El Observador del 3 de septiembre de 2023 No. 1469

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