EDITORIAL
Estamos surcando la primera semana del tercer año del sínodo de la sinodalidad (2021-2024). Mil voces han alborotado esta fase difundiendo el rumor de que el papa Francisco y sus “incondicionales” están tramando el fin de la doctrina y de la tradición católica. Con una frase –que sirve de título a este editorial—el pontífice argentino ha echado abajo el chisme que defienden los “puros”, los que tienen como tarea “velar” por una Iglesia anterior el Concilio Vaticano II, que ni fue ideal ni le dice nada al mundo de hoy.
En el video con las intenciones de oración para este mes, Francisco afirma que la misión está en el corazón de la Iglesia, y que la misión avanza cuando existe una dinámica sinodal que la vuelva a lanzar a las periferias, ahí donde o no se conoce el Evangelio o, simplemente, no se vive. “Quisiera recordar –dice el Papa—que aquí (en el sínodo) no se acaba nada, sino que aquí continúa un camino eclesial. Se trata de un camino que recorremos, como los discípulos de Emaús, escuchando al Señor, que siempre sale a nuestro encuentro”.
El tema fundamental del pontificado de Francisco y del sínodo es, justamente, la escucha. La oración y el discernimiento provocan que el Espíritu Santo nos ayude a ejercer el apostolado del oído; “o sea, escuchar con los oídos de Dios para poder hablar con la Palabra de Dios”. Y hoy Dios no habla solo en latín. Lo hace en zulú, en tzotzil, en chino, en alemán o en español. La voz de Cristo “nos descubre (claro, si la escuchamos) el centro de la misión que es llegar a todos, buscar a todos, acoger a todos, involucrar a todos, sin excluir a nadie”.
Quizá lo que incomoda sea eso: llegar a todos. Es mucho más agradable (funciona para curarnos en salud) hablar a los que nos hacen caso, a los que piensan igual, a los que no me descolocan ni me quitan mis certezas: a los convertidos. La Iglesia que quiere el Papa es aquella que adopta “la escucha y el diálogo como estilo de vida a todos los niveles”. Para los convertidos y los que están en camino. También a los que la rechazan, la odian y la maldicen.
Publicado en la edición semanal impresa de El Observador del 8 de octubre de 2023 No. 1473