Por P. Fernando Pascual
A lo largo de su historia, la Iglesia católica ha sufrido la invasión de errores más o menos graves que ponían en peligro la verdadera doctrina, recibida gracias a la Revelación.
Hubo errores ya en las primeras comunidades, que fueron denunciados por san Pablo y san Juan. Hubo errores, posteriormente, en los siglos de los Santos Padres, algunos sumamente graves, como el arrianismo que fue aceptado por muchos obispos.
En el mundo moderno fueron llegando, como oleadas, ideas y doctrinas erróneas, que no pocos católicos aceptaron sin darse cuenta, o, por desgracia, con cierta conciencia distorsionada que las asumía alegremente.
Entre esos errores causaron grandes daños el racionalismo y el empirismo, con sus peligros subjetivistas; el Iluminismo, con su sueño de crear una nueva humanidad sin la ayuda de la gracia; el liberalismo, soñador de un Estado que rompiese con cualquier lazo respecto de la religión verdadera; el evolucionismo y el materialismo ideológicos, que niegan la creación y la finalidad del universo.
En el siglo XX los viejos errores encontraron nuevos compañeros: errores en la psicología, en la sociología, en la política, en ideologías que exaltaban la raza, o una clase social, o la revolución, o el sexo liberado, o la llegada de un hombre capaz de crearse a sí mismo (el transhumanismo).
Sorprende ver cómo muchos católicos, también entre ellos estudiosos, teólogos, pastores, sucumbían a esos errores, se convertían en sus nuevos profetas, y desorientaban a los demás.
No faltaron voces que denunciaron algunos errores, incluso desde intervenciones directas de varios Papas, como Pío IX, Pío X, Pío XII, Juan Pablo II y Benedicto XVI, entre otros.
Pero en facultades de la Iglesia, en seminarios, en cursos para laicos, los errores seguían difundiéndose en el pasado, y también se difunden en nuestros días. Basta con constatar, con sorpresa, cómo se ofrecen en librerías católicas, parroquias, centros de espiritualidad, libros y cursos con ideas de la Nueva Era (New Age), o con errores teológicos que niegan verdades fundamentales de la fe católica.
Para tener una visión más amplia de los errores modernos que han afectado a miles de católicos en los últimos siglos conservan un interés especial diversos libros de un converso inglés, Philip Trower (1923-2019), y que pueden leerse en inglés y en algunas recientes traducciones al español.
Entre esos libros son de gran ayuda estos dos títulos: La Iglesia docta y la rebelión de los eruditos (1979), y La Iglesia Católica y la contra-fe. Un estudio del secularismo moderno, el relativismo y la descristianización (2006).
Lo importante consiste en tomar conciencia de esta situación para no dejarnos arrastrar por doctrinas equivocadas, según el famoso consejo de san Pablo que recordó el cardenal Ratzinger en la misa de inicio del cónclave de 2005 en el que luego fue elegido papa como Benedicto XVI: “Para que no seamos ya niños, llevados a la deriva y zarandeados por cualquier viento de doctrina, a merced de la malicia humana y de la astucia que conduce engañosamente al error” (Ef 4,14).
De este modo, nos alejaremos de los errores surgidos en el mundo moderno y que tanta fuerza tienen en nuestro tiempo, y viviremos firmes en la fe y en la verdad (cf. 1Cor 16,13; 2Cor 1,24; 1Pe 5,9; 2Pe 1,12) que hemos recibido como don de Dios en el seno de la Iglesia católica.
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