Por Ma. Elizabeth de los Rios Uriarte*

En el museo del Prado en Madrid, se exhibe un cuadro de Goya que se llama “El sueño de la razón produce monstruos” en el que se observa a un hombre recostado sobre su escritorio, dormido y rodeado de unas creaturas extrañas y terroríficas que, cual buitres, parecen estarlo acechando. El sentido que Goya quiso dar con este cuadro pintado en tonos grises es el hecho de que, cuando en aras del progreso científico nos dormimos en nuestros laureles sin atender las posibles consecuencias del avance tan deseado, podemos ser devorados por sus “frutos” y corremos peligros extremos derivados de una razón ilimitada y pragmática.

Tal parece ser la denuncia del Papa Francisco en su Exhortación Apostólica Laudate Deum publicada el pasado 4 de octubre, fiesta de San Francisco de Asís; en ella se advierte dramáticamente que, de no hacer nada por frenar el calentamiento global reduciendo los gases de efecto invernadero, las consecuencias será irremediables afectando más a los más pobres del mundo.

El Papa retoma en esta exhortación la idea central que había expresado previamente en la “Laudato Si´” en 2015: “todo está interconectado” y lo hace enfáticamente para combatir las mentalidades que aún dudan sobre la gravedad del cambio climático. En este mensaje se vislumbra la necesaria relación del ser humano con el ambiente y la Casa Común en donde el ser humano es un “extraño” ni puede situarse en el “fuera” y disponer de todo a su antojo y conveniencia, sino que forma parte de ese todo que es la Creación y por ello, atentar contra ésta es atentar contra él mismo y contra Dios.

Así, tras una dura crítica a la idea de poder absoluto que ha primado desde la Ilustración y durante la modernidad, el documento nos invita, una vez más, a desarrollar una mirada más integradora y sensible para con el medio ambiente y para con aquellos que, por padecer los efectos de las decisiones de los más poderosos, han tenido que verse forzados a abandonar sus territorios, dejar sus trabajos, asentarse en zonas inestables y padecer fríos, hambrunas, inundaciones y pérdidas de sus bienes y hasta de vidas humanas. Sólo una actitud de asombro como la que se perfila desde el título de la exhortación apostólica “Laudate Deum/Alabado sea Dios” puede salvarnos del ansia voraz de querer consumir más y destruir más.

El asombro ante todo lo creado denota también una actitud de humildad que asume todo como regalo y don, y por ende se esmera en cuidarlo y protegerlo, incluida su propia vida y la de los demás. Por eso es importante, como se afirma en el numeral 70 del documento mencionado, que los cambios culturales requieren cambios personales pues, así como ha sido el cúmulo de acciones individuales y egoístas lo que ha provocado la catástrofe que nos aqueja, serán también los pequeños cambios personales los que generarán la revolución que necesitamos para pasar de una mentalidad finalista a una holística y comprensiva del don que representa vivir y cuidar la Casa que nos alberga.

De cara a la próxima Conferencia de las Partes (COP) número 28 organizada por las Naciones Unidas, es necesario que se reconozcan los fracasos de las pasadas, y se transite a una mentalidad mucho más consciente del punto de no retorno en el que nos encontramos, para que los acuerdos no sean sólo de adorno político sino verdaderas muestras de acciones comprometidas a respetar los límites de la Creación y de la vida humana. Para ello se requiere pues que sea la sociedad civil la que tome el liderazgo y que sea dotada de autoridad para poder exigir a los gobiernos acciones inmediatas para frenar el acelerado calentamiento global y la protección de las generaciones futuras.

La exhortación del Papa es tajante y dura, su mensaje claro y fuerte: Hoy ya no se puede seguir pensando en acciones locales y regionales sino en estrategias multilaterales porque las afectaciones de un país o región son las afectaciones de todos. O pensamos en el “nosotros” o ya no podremos si quiera pronunciarnos en el “yo”.

*Profesora e investigadora de la Facultad de Bioética, Universidad Anáhuac México

 

Imagen de Enrique en Pixabay


 

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