Por el profesor doctor Bernard Ars, presidente de la Federación Internacional de Asociaciones Médicas Católicas (FIAMAC)

“Occidente” quiso y quiere convertir a la humanidad “en la precariedad” del mundo, en los únicos “valores” que él mismo considera y utiliza según su propio interés: derechos individuales, libre circulación de bienes, capitales y personas, “laicismo” para todos, lucha contra identidades nacionales, silencio sobre sus raíces cristianas, etcétera. Pero “Occidente” tiene raíces cristianas, ¡es un hecho! ¡lo queramos o no!

Siempre he estigmatizado el lenguaje mediático actual que ofrece “valores” como mensaje de Occidente, incluyendo el cristianismo. Estos “valores” cubren sólo un vago ideal humanista de tolerancia y solidaridad, que no se refieren a la persona de Jesucristo, y esto ante una sociedad agresivamente secularizada. Estos “valores” son actualmente violentamente rechazados en África, en India, en China, en el mundo islámico y también en una parte de América del Sur. Afligidos por este rechazo, los occidentales siguen pensando que todos en el mundo aspiran a vivir como ellos.

Según estudios internacionales serios, más del 90 por ciento de los seres humanos creen en “alguien” o en “algo”. No es con este tipo de mensajes azucarados y muy materialistas que aseguraremos nuestra misión cristiana de evangelización. El Papa Francisco nos anima a “ir por el mundo permaneciendo cerca de Cristo”.

“El cristiano debe evangelizar con la cabeza, el corazón y las manos”, en un lenguaje adaptado a nuestro tiempo. “El discípulo misionero necesita crecer en su interpretación de la Palabra revelada y en su comprensión de la Verdad” (Evangelium gaudium, I, 4). Que cada uno, allí donde está y en el momento presente, frente a las revoluciones geopolíticas, pero también digitales y culturales, busque y exprese la Verdad de siempre, en un lenguaje que permita reconocer su novedad permanente.

Según San Juan Pablo II, “la expresión de la verdad puede tomar muchas formas, y la renovación de las formas se hace necesaria para transmitir al hombre de hoy el mensaje evangélico en su sentido inmutable» (Ut unum sint, 19).

Ante la guerra globalizada que estamos viviendo y para que no degenere en guerra mundial, dialoguemos con la fuerza del Espíritu y difundamos nuestra cultura cristiana, para dar raíces al futuro. La cultura es un terreno indispensable para la nueva evangelización, a condición de hacerla fértil por la fe. ¡Que nuestro Papa Francisco y toda la Iglesia nos ayuden en este camino de Verdad y Vida!.

 

Publicado en la edición semanal impresa de El Observador del 22 de octubre de 2023 No. 1476

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