Por Mario De Gasperín Gasperín, obispo emérito de Querétaro
Me refiero al periódico católico El Observador, que, desde hace 28 años, sin fallar una sola semana, se edita aquí en nuestra Diócesis de Querétaro. Un grupo de fieles laicos, comunicadores católicos todos ellos de profesión, emprendieron esta obra cultural y evangelizadora para beneficio de la comunidad.
No es periódico “clerical” sino, como quiere ahora la iglesia, eminentemente “laical”. Lleva también un inserto llamado “Comunión”, que edita la Diócesis con noticias de interés general. Las plumas que cubren sus páginas son de probada calidad literaria, pues evangelizar fue siempre obra de cultura.
Este semanario responde a una urgente necesidad no solo de conocer nuestra fe, sino de dar razón de ella. Quiere formar católicos cultivados en su fe, pues donde falta la inteligencia abunda la superstición y renace la idolatría. Jesús fue un gran observador. Nunca pudieron tomarle el pelo sus adversarios. Partía siempre de la observación de su realidad.
Observaba cómo los invitados se disputaban los primeros lugares en el banquete, y los educó en la humildad. Observaba a los que echaban dinero en las alcancías del templo, y descubrió a la viuda pobre que puso dos moneditas, y comentó: Esa mujer pobre dio más que los ricos que dan de lo que les sobra, pero ella dio lo que tenía para vivir. Los siete panecillos, puestos en las manos de Jesús, saciaron multitudes.
El Observador nos revive la lección. Un ejemplo: En las elecciones, todo voto cuenta igual, pero no vale lo mismo; adquiere su auténtico valor cuando enriquece la sabiduría de Dios.
Celebramos, pues, que el periódico El Observador llegue a “La Congregación” por iniciativa del Padre Juan Vega, su nuevo Rector. El templo, Santuario Guadalupano y Gloria de Querétaro, es como un “símbolo” de la iglesia diocesana, superviviente de tantas tragedias. Su nuevo Rector está empeñado en devolverle el vigor y el temple que santa María de Guadalupe infundió en su mensajero y fiel servidor san Juan Diego.
Un milagro más en su haber, pues los templos del centro histórico de Querétaro, hermosos todos ellos, padecen la carencia de estacionamientos, el acoso de los mercaderes y puesteros, la lucha de los pobres para su subsistencia y las estridencias de los trasnochados, contaminadores del silencio sagrado del descanso.
Los templos, como todo monumento, son guardianes de la memoria, gloriosa o triste, de los antepasados. En ellos resuena el eco de las oraciones y alabanzas que nuestros mayores elevaron hacia Dios, y siguen intercediendo por nosotros.
El semanario El Observador ha sido pionero y ejemplo que seguir en su lucha contra la apatía, la incultura, el clericalismo y el descuido en el trato con las raíces de la Ciudad y de la Iglesia. Es urgente crear una cultura coherente con la herencia recibida. Todo por amor a su Ciudad, a sus raíces católicas, y a su fe en Jesucristo. El papa san Paulo VI dijo a los Padres Conciliares:
El Concilio es un acto solemne de amor a la humanidad. Cristo nos asista para que así sea de verdad. Aunque, en este punto nos asalta un pensamiento que parece contrastar… Sabemos, efectivamente, por amarga y siempre actual experiencia, que también el amor, y quizá especialmente el amor, encuentra y provoca indiferencia, oposición, desprecio, hostilidad. Ningún drama, ninguna tragedia fue semejante al sacrificio de Cristo, quien precisamente por su amor y por la enemistad de los otros padeció la cruz. El arte de amar se torna con frecuencia en arte de sufrir. Así, la Iglesia, ¿podrá desistir de su compromiso de amor por los riesgos y dificultades que se le oponen? (IV sesión, 10 de septiembre. 1965).
El Observador nos ha dado ejemplo de entereza y esperanza. Muchas gracias.
Publicado en la edición semanal impresa de El Observador del 25 de febrero de 2024 No. 1494