Por Rebeca Reynaud

Los grandes cambios siempre vienen acompañados de una fuerte sacudida. No es el fin del mundo, es el inicio de uno nuevo.

Lo normal es que las personas comiencen y recomiencen en su vida matrimonial y en su vida profesional. La vida espiritual es un continuo comenzar y recomenzar, tal vez haya habido alguna caída, pero hemos de levantarnos siempre, como Jesús se levantó de sus caídas en la Vía Dolorosa. Una página web dice que el único heroísmo es comenzar y recomenzar.

Cada uno escribimos diariamente una historia sencilla nutrida de cosas pequeñas. Llevamos a cabo una gran catequesis a escala mundial y, a la vez, de forma personal, que lleve a los hombres a hablar con Dios y a hablar de Dios. Hay gente que recomienza porque la empresa que empezó no le gustó o porque el proyecto profesional no salió, así que es normal que, cada día que pasa y que estamos en el camino, recomencemos. Muy pocas cosas escapan del desgaste del tiempo, se apolillan. Las ilusiones a veces pierden burbujas, como la Coca Cola abierta.

La computadora a veces tiene que reiniciar para que asimile un nuevo programa, o hay que reajustar el reloj del cuerpo por viajes, o el reloj mecánico que se paró, debe recomenzar.

Un corazón enamorado puede ceder poco a poco y caer en la rutina. Por eso tenemos que hacer parones y recomenzar con novedad de sentido. El verdadero valor del amor está en ser flexibles y hacer las cosas nuevas cada día. Dios desea relaciones nuevas, rejuvenecidas. Recomienzas porque das a Dios un nuevo amor (cfr. Forja, 384).

Recomenzamos, sobre todo, cuando vamos a la confesión a decir nuestros pecados y recibimos el perdón, vemos que es un regalo que nos ha dado Dios. El Señor nos sana el corazón, nos reconforta y podemos volver a empezar. Y muchas veces nos dan un consejo que es lo que necesitábamos escuchar. No vamos a la confesión a quejarnos.

Una amiga contaba: Me sentía sola en la lucha espiritual, fui a confesarme y el sacerdote me confortó cuando me dijo: «San Francisco de Asís veía que algunos clérigos estaban mal, pero no les dijo nada. Él empezó por vivir la pobreza, empezó por predicar el Evangelio con el ejemplo y cambió la sociedad». Es lo que Dios espera, que seamos una persona nueva porque hacemos buenas confesiones y sabemos recomenzar.

TRABAJA mientras otros duermen.

ESTUDIA mientras otros se divierten.

PERSISTE mientras otros descansan.

Y luego vivirás lo que otros SUEÑAN.

 

Imagen de Myriams-Fotos en Pixabay


 

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