Por Rebeca Reynaud
Es probable que, en el siglo XVI, Tenochtitlán fuera la región más poblada del mundo occidental, tendría cerca de 200 mil habitantes, cuando París tenía 70 mil y Sevilla, 40 mil.
En 1529, el obispo fray Juan de Zumárraga estaba desesperado a causa de sus paisanos. Algunos españoles de la Primera Audiencia maltrataban a la gente; como Nuño de Guzmán y concretamente Delgadillo, trataron de matarlo. Le escribe al rey: si Dios no provee de su mano, esta tierra está a punto de perderse… Y efectivamente, Dios interviene a través de la Virgen Santa María de Guadalupe.
“María” significa la elegida de Dios, la que ilumina por la luz.
“Guadalupe”, en árabe, significa río escondido o cauce del río. María es quien porta el agua viva, es decir, porta a Cristo. En su nombre está su misión. La Virgen de Guadalupe viste como una novia noble y trae en su vientre el arca viviente de la alianza. El manto verde con azul era exclusivo de los emperadores, por eso Juan Diego sabe que es emperatriz.
Tonantzin es un título que significa nuestra madrecita, por eso los indígenas le llamaban “Tonantzin Guadalupe”.
La Virgen de Guadalupe pone a Cristo dentro del corazón humano, es decir, lleva a cabo la perfecta inculturación del evangelio.
En aquella época había tres calendarios. En 1531 el calendario europeo estaba equivocado por diez días; se arregla hasta 1582. Las apariciones tienen lugar del 9 al 12 de diciembre de 1531. El solsticio de invierno cae entre el 20 y el 23 de diciembre, ese año cae el día 22; es decir, ese año cae el 12 de diciembre, haciendo el ajuste. Era la gran fiesta del Panquetzalixtli, para honrar al dios de la guerra. Motolinia habla de esa destacable fiesta. Ese día se hacían muchos sacrificios humanos. La Virgen vino a acabar con ellos. La Virgen les hace ver que no es el hijo sacrificado el que alimenta al sol, sino es su Hijo el que nos alimenta. Los naturales no gustaban de los sacrificios humanos, pero los hacían porque querían subsistir ante las exigencias de sus dioses; además, para ellos México era el lugar de los cuatro rumbos del universo. Es decir, se sentían responsables de la subsistencia del universo. Se pusieron felices cuando se dieron cuenta de que ya no debían sacrificar a sus hijos.
El sábado 9 de diciembre, muy de madrugada, la Virgen le llamó:
─ Juanito, Juan Diegotzin: Quiero una casita sagrada para ofrecer mi amor persona (no personal, sino persona; es decir, Cristo).
La Virgen María pide la edificación de una nueva civilización del amor, por eso su rostro es mestizo. Juan Diego vio la transformación del ambiente. La Virgen lo llama usando diminutivos. Los españoles no usaban diminutivos.
El indígena le decía a su hijo pequeño “xocoyotito”, el más querido, el más amado, el bebé precioso. Así le llamó la Virgen a Juan Diego, y él a ella lo mismo. Con esto la Virgen le quería decir: ten presente que tú eres imagen mía; que el que te vea, vea el rostro del amor de Dios. El Creador del cielo y la tierra viene a vivir contigo. El discurso toma elementos toltecas porque Juan Diego era tolteca.
El Obispo fray Juan de Zumárraga pide una señal. Días después le da la señal que pidió: La señal que le da al obispo son las flores. Ella coloca las flores en su tilma. Las flores simbolizan la verdad de Dios. Flor y canto significan la verdad divina. Pero, además, la tilma con la Virgen impresa se convierte en señal.
Para entender a fondo el mensaje de la Virgen y el contenido del Nican mopohua hay que conocer la cortesía indígena, pues la Virgen la utiliza.
En 1530 sucedieron tres terremotos; por sus tradiciones, los indígenas estaban convencidos de que el fin del mundo era inminente y llegaría con el cuarto terremoto en 1531, con el solsticio de invierno. Estaban temerosos y deseaban salvar al mundo. Con la venida de la Virgen, vuelve la esperanza y entienden que Dios es un Dios cercano y que ama a cada uno de sus hijos, que no pide sacrificios humanos.
Cinco años después, en 1536, cinco millones se habían bautizado. Jerónimo Mendieta cuenta que los indígenas recibían el sacramento del Bautismo con lágrimas, no siendo forzados por nadie. Ella fue la que movió los corazones de sus hijos.
El Concilio Vaticano II pide que estemos familiarizados con nuestras tradiciones nacionales y religiosas, por eso qué importante es conocer a los cronistas y el Nican Mopohua.
En 1754 Benedicto XIV dijo que Dios no había hecho cosa igual con nación alguna. La conversión que logró Cristo a través de la Guadalupana no tiene precedente en la Historia Universal. Clavijero expresó que la evangelización se llevó a cabo como nunca se vio desde los tiempos apostólicos.
Es interesante saber que la NASA nunca ha hecho un estudio de la tilma, sino algunos integrantes de la NASA, y no ha sido muy acertado lo que luego han dicho.
Cuando Juan Pablo II planteó a sus consejeros venir a la canonización de Juan Diego le dijeron que les parecía desaconsejable por su estado de salud, y dieron otras razones. Él dijo:
─ Avete finito? (¿Han terminado?).
─ Nos vemos en México… aunque tenga que ir en camilla. Debo ir a besar a la Virgen de Guadalupe porque en esa imagen comenzó todo.
México, en náhuatl, significa “lugar en el ombligo de la luna”. La Virgen de Guadalupe tiene la luna a sus pies. El Nican mopohua es el documento, de mano indígena, más bello de América Latina. Y no se estudia en las universidades, en literatura.
Actualmente, 20 millones de personas acuden a la Villa de Guadalupe a visitar a su Madre y a dar gracias. Alguien comentó: “Somos como la tilma de Juan Diego, estamos llenos de nudos, raspaduras y manchas, pero ella quiere mi conversión para poner su imagen en mí”.
Nota: El P. Eduardo Chávez, postulador de la causa de canonización de San Juan Diego, dio una conferencia sobre la Virgen de Guadalupe, y este artículo pretende compartir algunas de las ideas que expuso.
Imagen de Roberto Castillo en Cathopic