Por P. Justo López Melús
ALIVIO DE CAMINANTES
“Causa de nuestra alegría” llamamos a la Virgen en las letanías. De esta alegría participa todo buen cristiano, por tanto, ¡fuera malos humores y caras largas!
Presentaron a un señor a un presidente norteamericano para que le diera un cargo importante.
El presidente lo rechazó. Y dio la razón: un hombre a los cuarenta años es responsable de la cara que lleva.
Razón tenía una niña al rezar así: “Señor, haz que los malos sean buenos, y que los buenos sean simpáticos”.
Al buen cristiano no se le ahorra la cruz, pero debe ser radicalmente alegre, porque posee el tesoro mayor: la gracia divina. Por eso se ha podido decir, con su pizca de humor, que no hay gozo mayor que morir en gracia de Dios y con un pijama de vivos colores.
Publicado en la edición semanal impresa de El Observador del 3 de diciembre de 2023 No. 1482