Por Rebeca Reynaud
La familia es de institución divina, es el nido de la humanidad. Madre Teresa de Calcuta dijo: “La familia que reza unida permanece unida”.
Dios nos quiere alegres a pesar de que haya Cruz pues todo termina y el vencedor es el Señor. Los medios son la oración y acudir con frecuencia al Sacramento del altar. Así se acaba el reino del odio. Rezar en familia es una decisión que deberíamos tomar necesariamente. La oración en familia es el remedio para curar al mundo hoy en día. Cuando rezamos en familia Jesús llega a nuestra casa. Cuando adoramos a Jesús nos unimos al mundo entero, se paralizan las guerras, es el fracaso del odio. La Virgen pide que recemos en familia todos los días, es una decisión que hemos de tomar, La Virgen ha dicho que es el remedio para curar al mundo hoy día. Cuando rezamos en familia Jesús llega a nuestra casa, como dice el Evangelio, cuando dos o tres se reúnen en mi nombre, allí estaré yo.
El objetivo de rezar juntos es hacer que Jesús entre en nuestra casa y haga un trabajo divino: A uno le da la paz, al otro el consuelo, a uno la curación, a otro la liberación, hará que crezca entre nosotros la unión de corazones. Así se hace un miembro de nuestra familia, y cuando venga Satanás a destruir nuestra familia, se dará cuenta de la presencia de Jesús y quedará aterrorizado.
“¡Ya nos podemos casar, ya tenemos casa y coche!”, dirán algunos… Si no tienen a Cristo en el Centro, no tienen nada. Satanás no tiene miedo de nuestra salud, casa o dinero, de lo único que tiene miedo es de Jesús. Una familia que ora construye una barrera de protección contra Satanás. Los que no rezan no tienen esa barrera. Hay pequeños que crecen y no ven a su familia rezar de rodillas, estamos fabricando pequeños ateos. En cambio, si los niños ven que en la mesa se habla de Jesús y se cuentan anécdotas de vidas de santos, habremos puesto las semillas de la fe en su corazón. Se darán cuenta que papá y mamá hablan de Dios con admiración.
La fe llega a los niños gracias al ejemplo de los padres. Además, podemos ayunar una vez a la semana para rezar por el mundo y por la familia. La Virgen ha hecho promesas extraordinarias a los que ayunen. Sólo mediante el ayuno y la oración se pueden parar las guerras o suspender las erupciones volcánicas, las avalanchas y los terremotos. ¿Qué es más fácil? Ayunar miércoles y viernes a pan y agua o reparar los destrozos de un terremoto, un tsunami o una guerra.
La Virgen nos invita a ayunar los miércoles y los viernes como ella lo practicaba cuando vivía en la tierra y lo mismo los primeros cristianos, como lo explica la Didajé (año 70 d.C.). Las familias judías, ortodoxos y los protestantes ayunan, y los únicos que no ayunamos somos los católicos, excepto el Miércoles de Ceniza y el Viernes Santo. Por eso tenemos tantos problemas en la Iglesia hoy en día.
Hay un pasaje del evangelio en que Jesús envía a sus discípulos de dos en dos a evangelizar y regresan contentos diciendo: “Incluso los demonios se nos someten”. Otra vez volvieron y no habían consiguieron expulsar un demonio de un niño. En privado le preguntan a Jesús porque no lo habían podido expulsar y Jesús contesta Porque esos demonios sólo se expulsan con ayuno y oración.
Otro punto importante es leer la Palabra de Dios. Podemos tener la Biblia abierta en nuestra casa y leer un pasaje cada día, meditarlo y ponerlo en práctica durante el día. ¿Por qué es tan importante la Palabra de Dios? porque si la conocemos, conocemos la Voluntad de Dios y el plan que Dios tiene para nosotros, y el plan que tiene es un plan de salvación. Jesús y la Virgen nos quieren y desean salvarnos.
Estamos bombardeados por mensajes que nos envían la televisión, internet y los medios, y la mayoría de ellos son venenosos, y luego no sabemos distinguir lo verdadero de lo falso. La Biblia es palabra verdadera y, además, viva. Si leemos la Palabra de Dios, el Espíritu Santo nos va a iluminar en un momento determinado para hacer la elección correcta, a lo mejor, años después. Hay mucha gente joven que piensa que el aborto es una cosa buena y que, además, libera a la mujer. Si tengo 15 años y quedo embarazada, la gente va a decir “que aborte”, pero si leo la Palabra de Dios que dice: Yo he sido tejido en el seno materno…. Muchos pasajes de la Biblia dicen que Dios es el autor de la vida y la vida humana es preciosa a sus ojos. Cada uno somos una nueva creación hecha a imagen y semejanza de Dios. ¿Quién soy yo entonces para decidir sobre un ser pequeñito creado por Dios?
La Virgen pide que nos confesemos una vez al mes. Con el pecado nadie puede ser feliz, con el pecado no habrá paz. No hay nadie sobre la tierra que no necesite confesarse al menos una vez al mes. Poner la Misa en el centro de nuestra vida, es decir, poner a Jesucristo en el centro de nuestra vida.
Cuando todo se derrumba, María permanece, es la columna de la Iglesia, Ella se acordaba de las profecías que le hizo el Ángel Gabriel: Jesús será grande, se llamará Hijo del Altísimo, ocupará el trono de David, su padre, reinará sobre la casa de Jacob y su reino no tendrá fin. María cree contra toda evidencia. Todos los que se consagren al Corazón Inmaculado de María y al Sagrado Corazón de Jesús serán fuertes junto a Ella y estarán protegidos de la desgracia. Los que viven en estado de gracia, los que quieren hacer la voluntad de Dios, están en esa Barca de la Iglesia que es azotada por el viento, y hace agua, pero no se hundirá porque Jesucristo está dentro de ella. Hay que rezar por la Iglesia, no criticarla. Hay que reconocer todo el bien que hemos recibido de la Iglesia. No destaquemos el mal que vemos en la Iglesia. Intercedamos en silencio, sin criticar, así abreviaremos el tiempo de la prueba y adelantaremos el tiempo de la victoria de María y de Jesús.
La oración en familia es el remedio para curar al mundo de hoy
Imagen de Julián Iglesias en Cathopic