Salvador Gutiérrez, mejor conocido como “Fray Chava”, es un Carmelita descalzo, apasionado de la música y de su vocación sacerdotal. Es asesor vocacional de la Pastoral Juvenil Carmelitana de México (JUCAR). Su experiencia eclesial comenzó en el seno familiar y, luego, gracias a la formación escolar de un colegio Marista, en el 2009 descubrió su vocación en Guadalajara, durante las misiones vocacionales que en ese entonces realizaron los carmelitas de México. Es un sacerdote que busca orientar a los jóvenes para que éstos encuentren la vocación a la cual han sido llamados, desde la mirada fundacional de Santa Teresa de Jesús y San Juan de la Cruz. En esta ocasión conversó con El Observador de la Actualidad:

-Sabemos que es un sacerdote apasionado de la música, ¿cómo pueden los jóvenes aprender a desarrollar su talento y ponerlo al servicio de Dios?

La música realmente ha sido una herramienta de oración para mí, que, al compartirla se convierte, también, en un don para el otro. Los dones se descubren en el saber compartirlos. Creo que es en esos espacios compartidos, desde las necesidades eclesiales y un gusto personal, se junta y se hace un gran don para la Iglesia.

-¿Cuáles han sido los ejes de los carmelitas descalzos que mayor impacto han tenido en su vocación?

Uno de los grandes ejes que descubrí en mis inicios en el grupo juvenil, fue la fraternidad. Una alegría verdadera el compartir la vida en comunidad. Eso fue lo primero que me impactó y que ha sido un trabajo personal constante. Otro eje es la vida de oración, estar en trato de amistad con Dios. Es bello el reconocerme profundamente amado y visto por Dios. Y el tercer eje, que mueve también mi vida, es la misión. Saberme llamado a compartir la vida con los demás, seguir engolosinando almas para Dios.

-En pleno siglo XXI, ¿cómo puede la figura de Santa Teresa de Jesús impactar en nuestras vidas?

Los santos padres, Teresa y Juan, aportan hoy un modo de estar en la vida: contemplando. Es decir, viviendo aquí y ahora amando. Es, digamos, una síntesis muy apretada de su doctrina: mirar la vida con gratitud, con gozo, saber estar amando al Amado y a los demás. Los carmelitas descalzos estamos llamados a la contemplación y a la oración, esa es una enseñanza muy relevante para estos tiempos de Santa Teresa de Jesús: la vida en fe, en la esperanza y en la caridad. Este siglo las requiere. Como decía San Juan de la Cruz “buscamos y necesitamos un amor puro”.

-¿Cómo ha vivido y experimentado su vocación, de tal forma que pueda con su testimonio hacer un llamado a las nuevas generaciones?

En el Carmelo, y en mi vocación como religioso y presbítero, he reconocido que todos tenemos la capacidad de amar y que es justo a eso a lo que nos llama Dios. Amar de muchas maneras a muchas personas. He reconocido el amor que he recibido de tanta gente. He reconocido como dice Teresa: “Dios nunca deja de ayudar a quien por Él se determina a dejarlo todo”. La vocación es escuchar esa voz de Dios que nos dice: ama. Y nos pone distintas oportunidades para hacerlo. Invitaría a los jóvenes a que se atrevan a amar. Dice el Papa Francisco que amar es riesgoso, hay que correr el riesgo de amar.

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