Editorial
Los electores otorgaron un cheque en blanco a Morena y a la presidenta electa para hacer los cambios constitucionales que deseen. Así de sencillo. Sin entrar en cuestiones de legalidad, eso fue lo que sucedió. El partido en el poder tendrá, muy probablemente, mayoría calificada en el Congreso. Volveremos a los tiempos del partido único, donde el presidente hacía y deshacía sin un no por delante. Dicen que la doctora Sheinbaum es una persona con capacidad de ponderar decisiones y tender puentes. Sin embargo, la tentación de establecer un gobierno sin contrapesos ni balances puede sobrevenir en cualquier momento.
La máxima de Lord Acton, “el poder corrompe y el poder absoluto corrompe absolutamente” ha sido corroborada, tristemente, por gran cantidad de gobiernos latinoamericanos y de otras latitudes. Y no se trata de derechas o de izquierdas, se trata de algo mucho más elemental: de la condición humana. Si no hay resistencia tampoco hay apoyo: el poderoso se convierte en la medida de todas las cosas. A su alrededor crecen como esporas los lambiscones. Se hará lo que diga, mande o lo que presientan que él o ella quieren.
Corresponde —ahora sí, sin reservas ni justificaciones— a la Iglesia católica, laicos y sacerdotes, proponer los controles que se necesitan para avanzar en el bien común. El papa Benedicto XVI propone esta idea en el célebre y decisivo primer párrafo de su encíclica Deus Caritas Est: “No se comienza a ser cristiano por una decisión ética o una gran idea, sino por el encuentro con un acontecimiento, con una Persona, que da un nuevo horizonte a la vida y, con ello, una orientación decisiva.”
Si de verdad nos hemos encontrado con Cristo, no podemos eludir la responsabilidad de echarnos la nación al hombro. Dejemos atrás la vergüenza y el miedo. Los que votaron por la opción ganadora corren el mismo peligro que los que votaron en contra. Es bueno rezar. También lo es actuar. Elevar la voz. No podemos seguir desangrándonos y peleándonos. O nos convertimos en agentes de paz, de orden y de solidaridad o nos lleva, literalmente, el diablo.
Publicado en la edición semanal impresa de El Observador del 30 de junio de 2024 No. 1512