El Observador / Redacción

El doctor Jorge Traslosheros Hernández ha estado en las páginas de El Observador en gran cantidad de ocasiones. De hecho, formó parte de nuestro Consejo Editorial. Su acento punzante y su crítica al catolicismo acomodaticio es un dardo que se clava en el corazón de nuestra fe y de nuestro país. Actualmente es parte del Instituto de Investigaciones Históricas de la Universidad Nacional Autónoma de México.

¿HAY PERSECUCIÓN DE LOS CATÓLICOS HOY?

En Europa Occidental y Estados Unidos, los católicos enfrentan una persecución de baja intensidad. Aunque algunos se consuelan pensando que están mejor que sus hermanos en Medio Oriente y África Subsahariana, donde la persecución se ha convertido en un auténtico genocidio. Sin embargo, desde México, puedo decir que se equivocan en más de un sentido. Las persecuciones de baja intensidad no matan el cuerpo, pero adormecen el alma del católico con nefastas consecuencias para la vida personal, de la sociedad y de la Iglesia. Sería bueno que se vieran en el espejo de la catolicidad mexicana.

¿CÓMO SE DEBE VER EN MÉXICO?

El catolicismo vergonzante es el mayor problema de la catolicidad mexicana. Impide el testimonio integral de la fe y, en consecuencia, la plena participación ciudadana para incidir de manera importante en la cultura y las relaciones sociales. Mal de males pues, en estos momentos, México sufre de un déficit de ciudadanía en general para enfrentar la crisis cuyo nombre es “corrupción” y su apellido “violencia”. México es un país en el cual casi veinte millones de peregrinos visitan a la Virgen de Guadalupe cada año y, sin duda, son buenos católicos; pero esa fuerza no incide directamente para formar una mejor ciudadanía capaz cambiar la realidad del país

¿DE DÓNDE VIENE EL CATOLICISMO VERGONZANTE MEXICANO?

Es resultado de dos grandes persecuciones religiosas en México. La primera, abierta y muy violenta (1914-1938), nos legó el testimonio de muchos mártires. La segunda, de baja intensidad, seguida durante décadas hasta nuestros días, ha minado el corazón de no pocos católicos hasta llenarnos de temor e inseguridades, perjudicando nuestra esperanza. Es más difícil de identificar porque toma la forma de acoso cultural, de constante descalificación en la vida personal, laboral y política. Su objetivo es domesticar a los católicos, para expulsar al cristianismo del espacio público y extirparlo del corazón de cada ciudadano.

¿NOS HEMOS VUELTO CIUDADANOS DE SEGUNDA DIVISIÓN?

La persecución de baja intensidad la hemos vivido en México por décadas, hasta acostumbrarnos a verla como algo natural e incluso necesario. Pero es una mentira monumental. La condición de existencia de una sociedad democrática y plural es que cada persona se exprese y participe en libertad desde su propia cultura. Y la religión, bien sabemos, es cultura en movimiento. Este encuentro en la sociedad civil necesita del espacio de la razón, del respeto y la razonabilidad (la triple “R” como me gusta llamarle). Por lo mismo, el daño causado al católico es tremendo porque la nuestra es la religión del encuentro dialogante entre la razón y la fe. Un católico así limitado se convierte en un ciudadano lisiado.

¿CÓMO SE EXPLICA ESTA AUSENCIA EN LAS GRANDES DISCUSIONES QUE ENFRENTA MÉXICO?

Hoy, la única explicación cierta a la existencia del catolicismo vergonzante está en el corazón de cada católico, de manera muy especial en los laicos que se desarrollan en el mundo académico, intelectual, en los medios de comunicación. Ha llegado el momento de sacudirnos temores, alegrarnos con la fe y meterle inteligencia, para coadyuvar a generar una ciudadanía entusiasmada con la paz y la justicia, como Dios manda.

¿QUÉ SUPERARÍA EL MIEDO Y LA VERGÜENZA?

Contra las persecuciones de baja intensidad nos advirtió el mismo Jesucristo. No es a quienes matan el cuerpo a quienes más debemos temer, sino a quienes nos matan el alma. Bien decía San Marcelino Champagnat que cada católico debe ser un buen cristiano y un virtuoso ciudadano; pero esto se vuelve imposible si vivimos como católicos vergonzantes, es decir, pusilánimes. El Papa Francisco nos ha llamado a ser fieles al Evangelio para ser misioneros de la misericordia en medio de un mundo lastimado.

¿VESTIRSE DE ROSA, DE BLANCO…?

Es hora de vestirnos de esperanza, único traje a la medida del cristiano.

 

Publicado en la edición semanal impresa de El Observador del 30 de junio de 2024 No. 1512

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