Eres mujer de casa y, además, peregrina,
dedicada a lo tuyo como madre y esposa,
pero sigues la huella por donde Dios camina
y estás de corazón en cada cosa.
Estás en la montaña antes del alba,
-que el amor te apresura-,
y en cualquier otro Belén por esperar que nazca
de nuevo Dios, y preparar su cuna.
Te haces de nuestra raza,
pronuncias nuestra lengua con dulzura
y nos pides te hagamos una Casa,
para en ella mostramos tu sin igual ternura.
Bajas, subes, que para eso eres ave,
ayer por el Calvario y por el cielo,
hoy por la patria suave,
y en pos de ti volamos en tu vuelo.
Gloria demos al Padre que no tuvo principio,
gloria perenne a Cristo, que es el Hijo del Padre,
y al Espíritu Santo, Consolador divino.
¡Que todo el universo los aclame! Amén.
Himno de Laudes 12 de diciembre
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