Por Javier Sicilia
La cultura cristiana, particularmente en su expresión católica, no ha sido vista con buenos ojos en México. Pese a ello, ha pervivido como una profunda y larga corriente subterránea desde la Independencia hasta nuestros días.
Ella, además de marcar para bien y para mal la cultura de Occidente (a lo mejor de ella el laicismo le debe nociones fundamentales que hoy conocemos como libertad, igualdad, fraternidad, derechos humanos e incluso la forma en la que entendemos la democracia), ha dado no sólo magníficos poetas y penetrantes novelistas (desde Sor Juana hasta Manuel Ponce, Francisco Alday, Gabriel Zaid y Julio Hubard, pasando por los imprescindibles López Velarde, Carlos Pellicer, y en la narrativa, Vicente Leñero, Francisco Prieto e Ignacio Solares, por nombrar sólo a un puñado de ellos), sino también importantes revistas (Ábside, Trento, Desde la fe, Christus, Ixtus y Conspiratio, por nombrar también sólo algunas).
El Observador, que hoy cumple 30 años, pertenece a esta larga tradición. Lo característico de ella es que al igual que Ixtus y Conspiratio, no es una publicación hecha por sacerdotes, sino por laicos; no es tampoco una revista, sino un periódico que, arraigado en el pensamiento social cristiano, ha mantenido en sus páginas un diálogo libre y plural no sólo con todo tipo de corrientes de la catolicidad, sino con aquellas ajenas a esa tradición.
Su nombre, que como todo nombre, es una identidad, es también, como todo nombre, el signo de una vocación. Observador es, dice la etimología, “quien mira, examina y preserva lo visto”. A lo largo de 30 años ininterrumpidos El Observador no ha dejado de mirar con el sabor de la fe expresada en la doctrina social cristiana el sentido de lo humano en el centro de un mundo y de un México cada vez más rotos y oscurecidos. Sus observaciones, al mismo tiempo que no han dejado de denunciar las traiciones al sentido, lo miran y lo preservan desde esa identidad católica que, desdeñada, permanece como una hermosa vela encendida en medio de esta ya larga y dolorosa noche del siglo.
Que el amor preserve muchos años más a El Observador.
Publicado en la edición semanal impresa de El Observador del 20 de julio de 2025 No. 1567